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Mostrando entradas de febrero, 2016

Enamorarse de un ornitorrinco.

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Esta tarde estaba leyendo El péndulo de Foucault , de Umberto Eco, y me encontré esta cita. #ElPenduloDeFoucault , de #UmbertoEco . Qué razón... pic.twitter.com/26NoaRaI8r — Bettie (@BettieJander) 28 de febrero de 2016 No es la primera que me encuentro en el libro que me da ganas de compartirla con todo el mundo. Lo cierto es que el libro, aunque está siendo una lectura un tanto densa, tiene algunas citas que te dejan sin aliento. Pero en esta ocasión me ha parecido un tema bastante interesante, así que ya tenemos entrada de domingo. ¿Creéis que Umberto Eco, o más bien el personaje que él creó, tiene razón?  ¿Creéis que a veces nos enamoramos queriendo?  Yo creo que sí. Y no lo creo de oídas: lo sé porque me ha pasado. En ocasiones he sentido tanta necesidad de enamorarme, de querer a alguien, que me he metido en relaciones que me convenían entre poco y nada y que en muchas ocasiones han acabado como el Rosario de la Aurora. O peor. Y digo enamorarme y querer, porque es

Puntualidad.

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Aurora entró a la cafetería y miró a los lados, esperando que nadie la reconociese. Había dicho a su madre que iba a visitar a su amiga Carmela. Ella había aceptado a regañadientes, pero había aceptado.  -Tengo que explicarle lo de mates. Se lo perdió por la operación y el examen es la semana que viene -había dicho.  -Está bien, ve -respondió su madre, compadeciéndose de su amiga convaleciente-. Pero te quiero aquí antes de cenar, a la hora de poner la mesa.  Aurora aceptó y salió corriendo con su cartapacio. Caminó hasta la parada del tranvía y cogió el que llevaba al barrio de Carmela, pero al bajar no fue a casa de su amiga, sino a la cafetería Sabores. Había quedado allí con Jaime.  No lo había visto más que una vez, en el mismo tranvía que acababa de abandonar. Se acercó a ella de una manera casual, sin aspavientos, y le preguntó la hora. -Las seis y veinticinco -respondió ella, y apartó la mirada. -¿Esa es la hora exacta? Es muy importante, señorita -habí

TAG: 7 cosas sobre los libros.

Ya decía yo en la reseña de La Larga Marcha que esto se estaba convirtiendo en un blog literario. Hoy vengo con un TAG sobre libros que le he copieteado a mi hijafante . Es que ando cortica de ideas... xD ¡Vamos allá! 1. Siete libros que leer antes de morir. Voy a responder como si fuese de los que yo he leído.   1. Cyrano de Bergerac - Edmond Rostand. 2. La rebelión de las masas - José Ortega y Gasset. 3. La fundación - Buero Vallejo. 4. El banquete - Platón. 5. 1984 - George Orwell. 6. El nombre de la rosa - Umberto Eco. 7. The Sandman - Neil Gaiman. (Si es trampa, porque son varios tomos, lo cambio por Watchmen, de Alan Moore) 2. Siete citas literarias. "Vivir siempre ha sido doloroso" Los Mundos de Täryenn , de Laura Tejada. " [...] y, amante de tu trabajo, quedarte un poco más bajo, pero solo, siempre solo." Cyrano de Bergerac , de Edmond Rostand. "Las cartas son como la luz de las estrellas" Las

Háblame de mí.

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Hoy he re-aprendido algo. Es algo que ya sabía, pero lo he confirmado desde otra perspectiva. Yo ya sabía que, normalmente, nosotros somos nuestros peores enemigos, y que el retrato que nosotros nos pintamos se parece más bien poco al que pinta la gente que nos aprecia, y quiero pensar que no es solo por el hecho de que nos aprecien. Esta tarde he tenido sesión de consejera laboral (o algo) con mi hermano. Resulta que después de bastantes años en la misma empresa, se va al paro. Y mi pobre hermano, que en su vida ha tenido que hacer un currículum, ayer me pedía ayuda casi desesperado. ¿Y qué tenía que hacer yo? Pues sacar tiempo de donde sea para echarle una mano, evidentemente. Así que, como decía, hemos pasado un buen rato haciendo su currículum. He cogido una plantilla resultona pero sobria (la de mi propio currículum, no creo que lo echemos a los mismos sitios xD) y me he sentado delante del portátil con mi hermano al lado. He empezado a entrevistarlo, a preguntarle fechas,  f

Una fantasía.

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Tengo una fantasía. Bueno, tengo varias, soy una persona muy soñadora. Pero hoy quiero hablaros de una fantasía. Me ha venido a la mente porque el otro día un compañero me llamó Jessica Rabbit.  Me hizo gracia porque ya me gustaría a mí... No, no ser Jessica Rabbit, pero sí algo parecido. A veces, cuando me da por fantasear, me imagino en el escenario de un local de jazz. Detrás de mí hay una pequeña banda. Delante, un micrófono de pie. Yo llevo puesto un vestido azul oscuro, brillante, que destella con las tenues luces del local, y unos guantes que llegan hasta más arriba de los codos. El vestido tiene una abertura casi infinita. Llevo un peinado con ondas al agua y, en un lado de la cabeza, una orquídea. Y los labios rojos, muy, muy rojos. Se hace el silencio y un foco me ilumina. Y yo empiezo a cantar y se hace el silencio. En mis fantasías casi siempre canto "Blue velvet".  Eso nunca va a ocurrir, claro. Pero nada me impide soñarlo. Últimamente lo e

Libro: Ahora que la vida, de Ismael Serrano.

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Este poemario está en mi lista de lecturas en curso desde enero. Lo que he hecho ha sido ir leyendo cada noche un par de poemas o tres -y no todas las noches-, para no empacharme. Lo acabé ayer mismo, así que hoy he sacado un poco de tiempo para contaros qué tal.  ¿De qué va el libro? El libro es una recopilación de poemas escritos por Ismael Serrano entre finales de 2010 y 2013.  Hablando del libro... A ver, ¿por dónde empiezo? ¿Por la impresión general? Pues allá va: el libro no me ha matado. Lo digo sin problema: aunque soy una grandísima fan de las canciones de Ismael Serrano, sus poemas, en general, no me han enloquecido. Hay excepciones, claro.  Algunos de estos poemas ya los había leído, porque Ismael Serrano los había publicado en su blog . Otros no me sonaban. Bueno, miento, sí me sonaban. De las canciones. Ismael Serrano dijo en la presentación del libro en Valencia que, por lo general, primero escribía el poema y que de ellos salían las canciones. No

Domingo por la mañana.

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Ella madrugaba de lunes a sábado y él solo los domingos. Cuando ella se marchaba a trabajar él solía quedarse durmiendo un rato todavía, intentando abrazarse más a su calor que a las sábanas y, solo cuando su presencia en la cama se convertía en un recuerdo, se levantaba y comenzaba su día. Los domingos era diferente. Ella solía dormir hasta tarde, siempre más allá de las 10, casi siempre hasta las 11, y él se forzaba a abandonar su compañía temprano para que su despertar fuera perfecto.  Cerraba todas las puertas que había entre la cocina y su dormitorio y disponía todo lo necesario para prepararle un desayuno digno de la cuenta más falsa de Instagram. Comenzaba poniendo la mesa: un mantel individual estampado, un plato sencillo (blanco, con el borde ribeteado de verde) con sus cubiertos a juego y su taza favorita. Después se dirigía al ordenador y buscaba un poema que copiaba a mano y que dejaba sobre el plato. "Primero hay que alimentar el alma", solía decir. Escogía

Libro: La larga marcha, de Stephen King/Richard Bachman

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Esta reseña puede contener algún spoilercillo,  así que si tienes intención de leer la novela,  ¡no sigas! Tenía este libro en pendientes desde hace tiempo. Más o menos, desde que leí El Fugitivo . Fue cuando la gente buscaba precedentes o posibles inspiraciones de Los Juegos del Hambre . En un debate alguien dijo que El Fugitivo era una inspiración. Y otro alguien contestó que no, que La Larga Marcha era más inspiración. ¿Y qué opino yo? Pues que ni idea. Que quizá Suzanne Collins ni ha olido estos libros. Pero que gracias al debate los he leído, y eso es genial.  Hablando del libro... Cien adolescentes estadounidenses se preparan para participar en el concurso más popular del país: La Larga Marcha. ¿En qué consiste? En caminar sin detenerse durante tanto tiempo como sean capaces. ¿Y cuando ya no puedan caminar más? Pues entonces... les dan el pasaporte. Solo uno será el vencedor.  ¿De qué va el libro? Pues la sinopsis lo resume bastante. Se trata de un c

Cuervos

El pueblo bullía de expectación. No todos los días una estrella de cine internacional visitaba un pueblo como aquel, olvidado por todos, incluidos sus habitantes. Todos recordaban a Paulino el chico.  Lo llamaban así para diferenciarlo de Paulino a secas, su padre. Ahora ya no se llamaba Paulino y no tenía nada que ver con aquel muchacho de rodillas arañadas y flequillo rebelde. Esa era la gracia: a nadie le importaba Paulino el chico , pero ahora todos estaban deseando ver al hombre en el que se había convertido.  Las comadres caminaban hacia la iglesia del pueblo a paso ligero, vestidas de riguroso luto. La más orgullosa hasta se había puesto mantilla. Las muchachas se habían esmerado en vestirse enseñando toda la carne que fuese posible sin llegar a parecer irrespetuosas. Las mujeres jóvenes se secaban las lágrimas que tenían más que ver con las oportunidades perdidas en el pasado que con la muerta. Normalmente los vecinos esperan al coche fúnebre en la puerta del templ

Lo que las mujeres no pueden escribir.

Hace poco tuve club de lectura. Comentábamos La flaqueza del bolchevique y yo iba entusiasmada porque el libro me había encantado. No fue la impresión generalizada. A muchas de las participantes les pareció un libro soez, el personaje les pareció cruel, amargado, antipático (¿y qué tiene eso de malo?) y, además, les pareció un libro muy violento. Eso por citar algunas de las razones que esgrimieron.  A mí no me queda más remedio que aceptarlas. Si no te gustan los libros violentos, ni las palabrotas, ni la gente un tanto cínica o pesimista, pues normal que el libro no sea tu lectura favorita del mundo. Eso sí, no renuncié a defenderlo y hasta me puse en evidencia: dije, con toda sinceridad, que mi mente en un mal día se parecía a aquella narración, con palabrotas e improperios incluidos, y que el protagonista estaba contando su historia en un día malo de cojones. Además, defendí su cinismo, su pesimismo irónico,... No sé, a mí es que me gustó tanto... Pero nada, que no hubo man

Hablemos de amor.

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Love is in the air . Es que hoy es San Valentín y nos ponemos todos, o muy, muy, muy empalagosos, o muy, muy, muy haters . Así que el amor (o el uso comercial que de él se hace) está en boca de todos, para bien o para mal.  Hace un ratito he visto en Twitter este hilo, en el que se habla del amor romántico y me ha parecido muy interesante. Hoy estoy leyendo algunas reflexiones y no acabo de entender cómo saltáis del amor romántico al amor egoísta. — Anxo (@CanalNost) febrero 14, 2016 Es cierto que no dejo de ver últimamente críticas al amor romántico como una manera de quererse anti-feminista. Yo puedo entender los argumentos, pero no creo que sea un tema del amor romántico, sino de cómo se entiende o se deja de entender ese amor. Si utilizo el amor romántico como excusa para anularte, humillarte, coaccionarte,... Pues mal. Pero no creo que estar enamorado/a de otra persona de una manera apasionada y entregada, y ser correspondido, sea en sí mismo negativo o patriarcal.

Libro: La flaqueza del bolchevique, de Lorenzo Silva.

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Tenía esta obra en pendientes desde hacía AÑÍSIMOS. Se me ocurrió sugerirla para el club de lectura hace un par de meses, ¡y me hicieron caso! Así que he podido leerla, finalmente. Es una obra brevísima. No entiendo por qué he esperado tanto.  ¿De qué va el libro? Todo empieza cuando un tipo más quemado que la moto de un hippie se empotra contra el coche de Sonsoles, una pija, un lunes cualquiera. Producto de la mala leche y del aburrimiento, al tipo se le ocurre empezar a hacerle putadas a Sonsoles y a su familia (bromas telefónicas, espionaje,...) y, en una de estas putadas, ve a Rosana, la hermana pequeña de Sonsoles, y queda prendado, ¡de una chica de 15 años!  Hablando del libro... Empiezo comentando el argumento. Encontramos un planteamiento bastante Lolita de Nabokov. No puedo comparar el estilo, pues no he leído Lolita , pero sí encontramos la idea de un hombre adulto que se queda profundamente fascinado por una adolescente de 15 años. En esta novela, la

Queridxs lectorxs...

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... en un mes exactamente estaré celebrando el 4º aniversario de este blog. Eso ha sido posible porque yo soy muy cabezota y porque he creado un nexo con este blog: si no escribo en él cada día me falta algo (y no creáis que no lo estoy notando en los últimos tiempos), pero sobre todo porque he encontrado razones para volver cada día a él. Seamos sinceros: si alguien quiere escribir sus neuras sin que nadie lo lea, no abre un blog: se compra un cuaderno. Yo, aunque no tengo pretensiones de ser súper conocida ni me interesa la cantidad de seguidores, sí disfruto compartiendo cosas con vosotros. Me encantan vuestros comentarios, los emails que me mandáis, la interacción en redes sociales,... todo eso. Hasta ahora la experiencia con Cuaderno de Retales ha sido tremendamente positiva. Y, como ya digo, buena parte de la culpa de eso es vuestra. Por eso quiero premiaros. Este año ya he podido permitirme un regalo un poco más regalo. No es gran cosa, ciertamente, pero poco a poco. ¿Queré

Libro: El libro del cementerio, de Neil Gaiman.

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Acabé este libro el día 3 de marzo febrero, que ya no sé ni en qué mes vivo xD, justo antes de mis "vacaciones", y no tuve tiempo de escribir la reseña. (Para estar de vacaciones estuve bastante ocupada, ejem XD). Así que hoy, con nocturnidad y alevosía, me pongo a escribir la reseña, ¡que ya está bien, hombre! Que si me descuido se me cruza con la del siguiente libro... ¿De qué va el libro? Nadie Owens es un huérfano cuyos padres fueron asesinados y que acabó siendo adoptado por los Owens, una pareja de muertos de un cementerio cercano a su casa. Así Nad se convirtió en habitante del cementerio y aprendió habilidades que están reservadas solo a los muertos (y a algún que otro ser). Pero el hombre que mató a sus padres sigue suelto y, mientras eso no cambie, Nad estará en peligro. Hablando del libro... Me cuesta decir que este libro es una novela, como tal. A ver: es una novela. Pero yo creo que está a medio camino entre la novela y el relato. O quizá da

Al volante.

Hace una hora que he vuelto de mis "vacaciones". Aprovechando la maravilla de horario que tengo este año y que todos los festivos y puentes me pillan en días en los que me toca trabajar, el jueves me marché a Valencia con Jack, hasta hoy. Pero esta vez ha habido algo diferente: yo llevaba el volante.  Los veteranos de este blog, y los que me conozcáis un poco, sabréis que tenía mucho miedo de conducir. Mucho. Hasta escribí una entrada al respecto que hace ya tiempo que borré por...vergüenza, supongo. Sigue sin gustarme conducir, pero al menos desde hace algún tiempo soy capaz de hacerlo sin que me dé un ataque de nervios. Dicen por aquí que "a la fuerza ahorcan": no me queda más remedio que conducir, así que... Pero lo de ir a Valencia era otro cantar. Vivo a más de 150 km de Valencia y, aunque es casi todo autovía, es la mayor cantidad de tiempo que he conducido así, seguido, en mi vida. Eso por no hablar de que al llegar a Valencia hay que conducir en Val

Buenas nuevas.

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Lo primero a lo que quise dedicarme en mi vida fue a la enseñanza. Al menos lo primero de lo que yo tengo conciencia. Recuerdo que, apenas pude ponerme de pie, empecé a jugar con tizas, sentando a muñecas en sillitas frente a una pequeña pizarra. ¿Qué les enseñaba? Ni idea, porque a aquella edad, ¿qué podía saber yo?  Pues me inventaba las cosas. Sí. Inventaba historias que contaba a mis muñecas. Por eso a veces digo que "escribo" historias antes incluso de aprender a escribir.  Lo segundo a lo que quise dedicarme en mi vida fue la escritura. Cuando, por fin, aprendí a escribir, me faltó tiempo para empezar a poner esas historias por escrito en cuadernos apaisados de esos en los que los renglones estaban marcados con dos líneas. Puede parecer una estupidez, pero ver aquellas palabras, que habían salido de mi cabecita, puestas sobre el papel me emocionaba un montón. Aquello cambió la dinámica de mis clases: primero escribía cuentos en mi libreta apaisada y después, en

Cara y cruz.

Estoy de mala leche. De muy mala leche, de hecho. En los últimos tiempos he podido tomar perspectiva y darme cuenta de que no soy tan mala y egoísta como algunos querían hacerme creer. Más bien todo lo contrario: a veces soy demasiado altruista y dejo de lado cosas que para mí son urgentes, importantes o simplemente que me apetecen para ayudar a otros con sus urgencias o apetitos. Y si había llegado a creerme lo de que era egoísta, ahora casi preferiría que fuese un poco verdad. Pues, además de eso, cuando una, que ha tenido que poner en orden el asunto en cuestión, hace una recomendación para que algo no se estropee, pasan de su cara. Y entonces, cuando alguien hace justo lo que tú le has dicho que NO haga, te llama: "¡Que se ha roto!", y con eso quiere decir: voy a que me lo arregles + me importa una mierda si te viene bien o no.  Y eso que no soy informática. Si lo hubiese sido... Pfs. Estoy en ebullición ahora mismo. Peeeeeeero, pasemos a la parte positiv