La casi muerte de Kant.
"En
un tiempo, por razones de salud, Kant andaba unas seis millas diarias
en el camino real. Esto llegó a oídos de alguien que tenía sus razones
personales para cometer un asesinato y que se sentó en la tercera piedra
miliar a partir de Könisberg a esperar a su "pretendido". Kant llegó a
la hora exacta, puntual como un coche de correo. De no mediar un
accidente era hombre muerto. El accidente estuvo
en el carácter escrupuloso [...] de la moralidad del asesino. Un viejo
profesor, se dijo, estará abrumado de pecados. No así un niño. Pensando
en esto se alejó de Kant en el momento crítico y poco después dio muerte
a una criatura de cinco años. Tal es al menos la versión alemana de los
acontecimientos. Mi opinión es que el asesino era un aficionado que
comprendió lo poco que ganaría la causa del buen gusto con el asesinato
de un metafísico viejo, árido y adusto que no le daría ninguna
oportunidad de lucimiento, puesto que no era posible que, una vez
muerto, se pareciese más a una momia de lo que ya se parecía en vida."
Del asesinato considerado como una de las Bellas Artes, Thomas de Quincey.
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