Líneas imaginarias y líneas invisibles.

En el mundo hay multitud de líneas imaginarias que marcan algún tipo de división. Por ejemplo, los paralelos y meridianos. Recuerdo cuando, en clase, el profesor nos explicaba que no eran líneas reales, que no existían en realidad. Que, en definitiva, el planeta no estaba dividido por esas líneas. Pero que eran útiles para indicar las coordenadas de un punto, por ejemplo, para rescatar un barco. 

Sin embargo, a veces los seres humanos construimos sobre esas líneas imaginarias. Si viajásemos al lugar donde, imaginariamente, está situado el meridiano de Greenwich, ése cuyo nombre hace suspirar a los profesores de inglés cada vez que alguien lo pronuncia, en la zona de la ciudad con el mismo nombre, encontraríamos una línea real. Se trata de algo turístico, simbólico. Inofensivo. Pero hay otras líneas imaginarias sobre las que construimos muros - también imaginarios a veces -, o de las que nos servimos para separarnos de otros, para imponer distancias reales. Y todo eso lo cimentamos sobre líneas imaginarias.

El muro de Berlín. No es un ejemplo original, pero es un buen ejemplo.

Pero también hay otro tipo de líneas: las invisibles. Invisibles, pero no imaginarias. Son, por el contrario, muy reales. Pero, debido quizá a un mal demasiado extendido, como no las vemos, no somos conscientes de su existencia. Es curioso como damos tanta importancia a algunas líneas imaginarias y obviamos las invisibles. Porque aquellas separan, pero éstas unen. Son las líneas que nos conectan con lugares, con momentos, con personas. Son las líneas que nos relacionan y que, a veces, nos devuelven a alguien del pasado, nos traen una segunda oportunidad, nos permiten recuperar una afición, o volver a un lugar que significó mucho para nosotros pero que incluso puede que hubiésemos olvidado.

Hace unas semanas me tropecé con una de esas líneas invisibles. A mediados de octubre compartía en este blog un recuerdo: un encuentro que tuvimos los alumnos de 4º de ESO de mi instituto con el escritor Lorenzo Silva. Ese recuerdo vino acompañado del consejo que Lorenzo Silva le dio a una Bettie Jander adolescente y que no he olvidado. Pues bien, como decía, a principios de diciembre me enredé en una de esas líneas invisibles. Alguien, conectado por una línea invisible a este blog, leyó ese post y consideró que a lo mejor a Lorenzo Silva le gustaría leerlo. Así que dejó un comentario en su blog enlazando a éste. Y el autor leyó el post. Y descubrió una línea invisible que le unía a un momento de nuestro pasado, y a mí, una persona totalmente desconocida. Y, consciente o inconscientemente, tiró del hilo. Lorenzo Silva publicó en su Twitter y en su Facebook el post en cuestión. Yo pensé: "Algo raro ha pasado. ¿Por qué de repente este post está recibiendo un montón de visitas?¡Si hace casi dos meses que lo escribí!". Pero alguien, conectado por una de esas líneas invisibles con Lorenzo Silva, y que llegó gracias a que él tiró del hilo a este humilde blog, me dejó un comentario: "El autor te ha leído". Y un enlace. Y así descubrí yo que el escritor protagonista de mi post había leído mis palabras. 


Me hizo mucha ilusión. Muchísima. Sobre todo porque Lorenzo Silva pudo leer lo que yo quería decirle. Y así se lo hice saber. Le dije por Twitter que me alegraba de que mi gratitud le hubiese llegado. Y la línea invisible que nos conectaba se hizo casi tangible.

Alguien más le sugirió que, quizá, mi historia se merecía ese libro dedicado que en aquel momento no pude tener. Y Lorenzo Silva pensó que sí, que lo merecía. ¡Vaya! Y ayer, 31 de Diciembre, llegó a casa esto...

 

 ¿Que qué es eso? Pues un libro, evidentemente. La marca del meridiano, de Lorenzo Silva, galardonada con el premio Planeta 2012. Y viene dedicado, sí. Viene con una hermosa dedicatoria. Pero es algo más. Es la forma en la que se han materializado una multitud de líneas invisibles: en forma de libro cuyo título contiene el nombre de una línea imaginaria. Creo que está bastante claro cuál va a ser la próxima lectura que aborde. Estoy deseando acabar Entrevista con el vampiro para ponerme manos a la obra. Es un buen libro para inaugurar un nuevo año de lectura, ¿no os parece?

Además, ese libro será un recordatorio de la historia completa: de la anécdota, del consejo, del momento en el que lo retomé. Y una señal para seguir intentándolo todo. Para empezar, seguir intentando escribir. Relatos cortos, poemas, tonterías. Seguirlo intentando. Hasta sin pretensiones. Solo por el placer de hacerlo. De hecho, puede que pronto tengáis alguna tonti-noticia al respecto de estos intentos míos. Y por qué no, probar suerte. Que en algún momento tiene que acabarse la mala racha, y este momento me parece perfecto para que ocurra.

Os mando un enorme y cálido abrazo. 


Comentarios

  1. Me ha encantado leerte.

    Y ahora mismo se han hecho visibles algunas de mis líneas invisibles.

    ResponderEliminar
  2. Me alegro un montón, Bettie. Precisamente gracias a ese enlace que hizo Lorenzo Silva de tu entrada, yo dí con tu blog. :) Y el libro te va a encantar, ya lo leí y es fantástico, como toda la serie de Vila y Chamorro. Por cierto, en la última página sale mi pueblo!! :D

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Otro motivo más para leer rápido: descubrir de qué pueblo es Lya. Y no, no se vale ir a la última página a mirar :D

      Tengo muchas ganas de ponerme. No he leído ningún otro libro de la serie...ains señor, qué nerrrrvios! jaja

      Me alegro de que otra línea invisible nos uniera, oye :)

      Eliminar
    2. Puedes mirar, no te destripa nada de la trama. Figura en la firma. Es que LS estuvo aquí mientras lo escribía, participó en un club de lectura a través de Twitter con algunos usuarios de la biblioteca (servidora incluida) y pudimos conocerle. Y yo también me alegro! :))

      Eliminar
    3. Ala, ya lo he visto... :P jajaja

      Eliminar
  3. Bettie, enhorabuena :D
    ¡¡Me ha parecido increíble que justo te haya llegado el último día del año!!
    Que lo disfrutes mucho :)

    ResponderEliminar
  4. Me quedo sin palabras!!! En serio. No solo me alegra leer algo asi sino que reconforta,estimula y te reconcilia con un mundo que a veces pensamos desconectado de todo y de todos. Me alegro por ti. Y Lorenzo Silva ya me gustaba...ahora mucho maa.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues sí, esto es otro poquito de magia, de esa que te pasa. Y en cuanto a Lorenzo Silva, yo ya sabía que era majo... pero no tanto, jaja.

      Eliminar
  5. ¡Uauh Bettie! ¡Qué preciosa historia!!! Me parece entrañable que esa "gente imaginaria" se conecte directamente con nosotros de vez en cuando ¡Bravo! Disfruta de tu libro dedicado... yo también lo tengo pendiente.

    Por cierto, no conseguí el reto de 50 novelas en el 2012, me quedé en 44. Este año lo hemos bajado a 25 por si quieres apuntarte... creo que harán un logo para ponerlo en el blog o algo así... por si te apetece te informo...

    MUA

    ResponderEliminar
  6. Wala!! ♥
    sabía lo primero, pero no lo de que te había mandado un libro! este detalle dice mucho de él ;) que ilusión te habrá hecho :D
    Casualmente esta noche, mientras intentaba dormir, de una cosa a otra acabé con la idea de escribir un libro de ficción y no, no he leído la entrada hasta hoy jajaja

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Conexiones mentales chungas XDDD Sí, me ha hecho muchísima ilusión ^^ wiii ajajaj

      Suerte con tu historia oye! jaja

      Eliminar
  7. Ole ahí por mi Bettie!!! Me alegro inmensamente, me hace ilusión incluso a mí :-P

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

¡Adelante! Deja tu retal :)

Entradas populares de este blog

Cómo aprobé el nivel Avanzado de la EOI preparándome por mi cuenta.

Tontos-a-las-tres.

Libro: La edad de la ira, de Fernando J. López