Domingo de...
Normalmente los domingos son para mí un día de nostalgia. Lo son intencionadamente: dedico ese día a regodearme en ella sin ningún tipo de remordimiento. Tiene que haber tiempo para todo, ¿no? Pero hoy ha sido diferente. Hoy ha habido comida familiar en casa de mi hermano, así que he tenido que relacionarme. Con gente. Mucha gente. Pero no ha estado mal, porque había tarta. Dos tartas, para ser más exactos. Bueno, lo cierto es que, sea por lo que sea, lo he pasado bien. Creo que tiene bastante que ver que mi cuñada es una gran anfitriona, hay que reconocérselo. En fin, que lo he pasado bien, que me he reído mucho y que no lamento no haber podido quedarme remoloneando en la cama o pasar la tarde envuelta en mi nostalgia. Además, ha sobrado tarta y me he traído un bueeeen trozo. JoJoJoJo. Hoy, como estoy de buen humor, voy a torturaros con dos poemas que escribí hace algún tiempo en la Moleskine que me regaló Ro. Yo no sé qué me pasa, que cuanto más pasa el tiempo, pe