Entradas

Mostrando entradas de marzo, 2016

Mi reloj.

Imagen
Cuando acabé la carrera, un rato antes del acto de graduación, mis padres dijeron que iban a hacerme un regalo, algo para recordar. Mi suegra me había regalado un bolígrafo Inoxcrom modelo Granada . Un artículo de papelería de apariencia elegante y solemne. El primer regalo parecido que recibía. Así que se me ocurrió que mis padres podían regalarme otra cosa solemne (o a mí me lo parecía) de esas que recuerdas toda la vida. Me apetecía tener un reloj del que poder contar a la gente: "Este es el reloj que me regalaron cuando me licencié en la Universidad".  Al final el modelo elegido fue un Lotus 15506. Este, pero con la esfera morada.  Ese es mi reloj, el que me regalaron cuando me licencié.  Ahora es también el reloj que llevo a trabajar o cuando tengo que acudir a alguna cita. Fue el que llevaba a las entrevistas de trabajo. Me encanta mi reloj, especialmente por el significado que tiene. Y, a pesar de todo, en cuanto acabo de trabajar me lo quito y lo

El precio y el valor del trabajo.

Imagen
Allá por 2013 hice un post con una lista de cosas que hacer cuando tuviese un sueldo . Eran pequeños caprichos, cosas que me apetecía hacer y que en aquel momento parecían inalcanzables. Hoy ya no lo son (varias todavía se resisten, claro, pero vamos haciendo).  Uno de esos deseos era comprarme un vestido pin-up muy bonito y, a poder ser, algo excesivo. O bien con mucho vuelo (para poner enaguas y todo) o bien algo despampanante, muy Joan de Mad Men.  Al final no ha sido ni una cosa ni la otra, aunque se acerca bastante a Joan xD La culpa es de las rebajas de enero. Me puse a mirar vestidos en Lindy Bop y tenían unos ofertones flipantes. Lo peor fue que tenían súper rebajado un vestido que he querido desde hace un montón de tiempo...¡Me encantaba (y me encanta) ese estampado de amapolas!  Total, que me dije: "Bueno, mira a ver y date un capricho de Navidad tardía" xD Y lo hice. Pero aún dudé. Así que puse esta foto en Instagram para pedir consejo y pregunté e

Libro: El asombroso viaje de Pomponio Flato, de Eduardo Mendoza.

Imagen
Este es uno de esos libros que no habría cogido de no ser porque me han "obligado". Era la propuesta de este mes para el club de lectura. Y por poco... Casi no llego a tiempo >_< ¿De qué va el libro? Pomponio Flato viaja por los confines del Imperio Romano buscando un manantial de aguas con efectos portentosos, eso sí, con poca fortuna. Esos infortunios le llevan a Nazaret, ciudad en la que será contratado como investigador privado por el hijo de un carpintero, que sostiene que su padre, acusado de asesinato y que no tardará mucho en ser crucificado, es inocente.  Hablando del libro... No quiero dar muchas pistas, pero el libro ha dado en ser una lectura de lo más "semanasantera". Lo malo (o bueno) del tema ha sido que la mitad la he leído yo, y la mitad me la han leído, porque he estado medio moribunda. Pero claro, yo, cuando me leen, caigo frita casi instantáneamente. Así que ha sido una lectura un poco accidentada, con muchas vueltas atrás

¿Son caras las entradas de la ópera?

Imagen
Pues sí, caras de cojones. Bueno, depende de para quién, claro. Para mí lo son. Y no digo que no lo valgan, pero no acaba de parecerme correcto privar a un segmento bastante amplio de la población de una manifestación cultural.  Está bien que haya programas como This is Opera (si no lo habéis visto, debéis verlo) que acerquen este género al público en general. Lo malo es cuando Ramón Gener te ha picado el gusanillo, y quieres ir a ver un espectáculo de ópera, aún sabiendo que te va a costar dinero, pero te encuentras entradas del todo inasequibles.  Leí un artículo que se titulaba como este post, y la tesis es que las entradas de ópera no son caras, que eso es puro tópico. Ajá. Decía que un concierto de los Rolling Stones cuesta más o menos lo mismo. Oqueeeei. ¿Es que he dicho yo que los conciertos de los Rolling son baratos? Llamadme loca, pero a mí me parece que 190 euros la entrada es algo caro. Y que cien euros las entradas en el gallinero con visibilidad es algo caro.  D

Lo urgente y lo importante, o quemarse antes de brillar.

Ayer me puse muy triste. Resulta que, como me desperté bastante mejor (he pasado unos días criminales con la dichosa gripe, o lo que fuese), decidí ponerme a rellenar la instancia para las oposiciones de Andalucía. Pues el ordenador, recién formateado, decidió que pasaba del tema. Yo no sé, algo debió ir mal en la instalación, o algo debió de irse al cuerno en algún momento, porque me tocó reinstalar el sistema operativo. Espero que fuese eso, porque si Ubuntu le tiene manía a mi PC, la hemos jodido.  "Bueno, pues lo hago desde el portátil". Ahá. Problemón: no tengo el Java instalado y hacía falta para la dichosa firma digital. A pelear con Java, Ubuntu (que también lo tengo en el portátil), y la madre que lo fundó.  Mientras yo estaba en todo eso, mi padre estaba haciendo ajo arriero abajo, porque yo se lo pedí.  Esa imagen, la de mi padre haciendo ajo arriero, es una de las más bonitas de mi infancia, tradición de cada Semana Santa.  Y este año me lo perdí por

Retales musicales: Por dignidad, de Joan Manuel Serrat.

Imagen
Actualización de mi estado de salud, que sé que os preocupáis: Según la doctora que me atendió ayer en urgencias de BettiePueblo (majísima ella, todo hay que decirlo), tengo un cuadro gripal majísimo. Acudí ayer porque me encontraba aún peor que el día anterior y oye, mano de santo, ya en la consulta empezó a bajarme la fiebre xD Me puso la médica el termómetro y quedé como una mentirosa: después de estar todo el día anterior sin bajar de 37.5 de fiebre, en ese momento 36.5 clavadicos. Claro, estaba sudando como un pollete. El problema hoy ha sido, por contra, la temperatura baja. Desde ayer por la noche ando hipotérmica, con 35.5 grados de temperatura, y tan pichi. >_< En fin, que me compre quien me entienda, reyes y reinas.  En resumen: que sigo hecha un trapete.  Y ahora, al post. Ando dándole vueltas a la cuestión de que el siglo XXI no ha llegado aún a algunas mentes. Tenemos una concepción muy estrecha de las relaciones personales, ya os lo he comentado e

Fiebre del sábado.

Imagen
37.8, rait nao .  Llevo desde anoche con fiebre. Fiebrecilla. Lo que sea. Más que la fiebre, lo que me molesta es que parece que me han dado una paliza. Me duelen las piernas (sobre todo los muslos), las caderas, los antebrazos, la cabeza,... Y me siento muy, muy débil.  Sé por qué me he puesto enferma. Hoy ha llegado Jack para pasar unos días conmigo y ayer decidí que este finde iba a ser de relax total. De hecho, pensaba invitarlo a cenar esta noche a un sitio que nos gusta mucho. Tenía bastantes ideas.  Pero mi cuerpo, que es un cachondo, pues ha dicho que va a ser que no.  Lo que sí he hecho ha sido formatear el PC, instalarle Ubuntu y ponerlo en orden, que ya Chrome no paraba de decirme que mi XP no iba a ser compatible con ese navegador (que sí, que manda narices que estuviese aún con Windows XP, pero es que la pereza...) Y en eso he empleado la tarde. En eso, y en intentar no morir cada vez que toso, porque parece que el cerebro se me va a escapar por la frente.

Libro: Su muerte, gracias, de Abel Amutxategi.

Imagen
Ya tenía yo ganas de tener este libro en mis manos y de hacer esta reseña, hombre ya. Vamos a ello. ¿De qué va el libro? Sin que sirva de precedente, voy a poner la sinopsis que comparte la editorial en su web: Samuel Pineda es un vendedor de suicidios fracasado que trabaja para el padre de su novia Virginia. Cuando Virginia le sugiere que formalicen su relación, Samuel se ve obligado a encontrar un cliente con el que ganarse la estima de su futurible suegro. Mientras tanto, la Muerte disfruta de un retiro tan largo como merecido. Delega el trabajo en los volubles Emisarios de la Muerte y se concentra en lo único que de verdad le interesa: aprender a jugar al ajedrez de una vez por todas. Samuel cree encontrar la solución a todos sus problemas con la llegada de Hortensia, una anciana deseosa de pasar al Otro Lado y con un evidente problema de gestión de la ira. Pero sucederá algo que obligará a la Muerte a abandonar su descanso. Y volverá dispuesta a hacer todo lo

Retales musicales: Duermes.

Imagen
¿Alguna vez os habéis parado a mirar cómo duerme alguien que queréis? Seguro que los que sois padres/madres sí lo habéis hecho. También es algo muy de enamorados. Imaginad que habéis estado enamorados de ese chico o de esa chica durante semanas o meses. Imaginad que habéis soñado cada noche con perderos con él o ella entre las sábanas de cualquier cama. E imaginad que, por lo que sea, finalmente ese sueño se cumple . Y ahí estáis vosotros, de madrugada, después del amor, con una sonrisa bobalicona en los labios, observando cómo duerme ese sueño hecho carne. Bonito, ¿verdad? Hay algo maravilloso en ver dormir a alguien a quien quieres. En parte es la certeza de que en ese momento no sufre, que está en paz. También tiene algo que ver el hecho de ser tú quien vela su sueño, como un caballero o una guerrera protegiendo un tesoro. Y, claro, también está eso de estar ahí cuando despierte y recordarle (y recordar) lo maravilloso o maravillosa que es mientras se quita la pereza de encima

Ansiedad.

Imagen
Aunque este post tiene poco que ver con la canción de Nat King Cole, no me puedo resistir a ponerla. Hablemos de la ansiedad. La otra noche me encontraba fatal de la ansiedad y pensé lanzar un tuit del estilo: "Hablemos de la mierda que es la ansiedad", y empezar a despotricar en un hilo. Pero la edad (jo-jo) me ha dado la capacidad de pensar casi siempre antes de hacer algo (solo casi siempre) y preferí no hacerlo. Supongo que pensé que iba a quedar muy victimista, o que iba a parecer que quería llamar la atención. Y bueno, puede que eso último fuese cierto: si no quisiese atención escribiría un diario, ¿no? Hace ya años que sufro de ansiedad. Desde que me volví al pueblo. Antes de eso había tenido un ataque de ansiedad, o eso creía yo. Uno solo. Fue en tercero de carrera, antes de un examen (no recuerdo de cuál). Me empecé a agobiar y a sentir nerviosa, y creí que eso era un ataque de ansiedad. No. Solo estaba nerviosa. Muy nerviosa, eso sí. Más nerviosa de lo

Fast world, fast reading.

Hace unos días, leyendo este post y comentándolo en Twitter se me ocurrió una idea para un post. Fue tal que así: @leersinlimites oh! Idea para un post 💡 @marKapaginas — Bettie (@BettieJander) 10 de marzo de 2016 En él Sandy habla de la fiebre de las novedades y reparte cargas a partes casi iguales entre lectores y bloggers. Sí, los bloggers leen y reseñan novedades, especialmente cuando colaboran con las editoriales, porque estas están interesadas en promocionar sus lanzamientos. Pero también es cierto que una buena parte de los lectores pide ese tipo de posts y los bloggers/vloggers notan, como dice Sandy, que ese tipo de entradas tienen más comentarios, más visitas y más repercusión. ¿Entonces? Creo que es un síntoma más de la filosofía de vida que llevamos los occidentales. Vivimos en un "fast world", un mundo rápido, no porque el mundo sea rápido sino porque nosotros mismos estamos acelerados. La comida rápida fue, quizá, la primera muestra de esta

Cuatro años de retales en mi cuaderno.

Imagen
Pues sí, parece mentira, pero aquí estoy, una vez más, dispuesta a celebrar con vosotros otro aniversario del blog. ¡Cuatro años! ¡Y cuatro años dando por saco casi todos los días! Toda una hazaña. Es más, creo que acabo de batir mi récord blogger. Hoy es mi cumpleblog. #CuadernoDeRetales cumple 4 añitos de nada :) pic.twitter.com/YEzgAkbQzS — Bettie (@BettieJander) 12 de marzo de 2016 ¡GIIIIIIFFSSSS DE GATETEEESSS! *____* Vale, ya vuelvo xD Como ya os comenté , para celebrarlo quise sortear algunas cosillas. El ganador o ganadora se escogería con el número de la lotería nacional del jueves 10 de marzo, y ese número fue el:  25847 (podéis comprobarlo aquí ) y, de acuerdo con eso, la ganadora del sorteo fue mi querida Papish. Ya me puse en contacto con ella y en cuanto pueda (supongo que en cuanto acabe con la locura de la segunda evaluación) le mandaré sus regalos. También me he puesto ya en contacto con A. M. Irún para que le mande su copia digital de Nico, por favo

Libro: El péndulo de Foucault, de Umberto Eco.

Imagen
Hacía diez años, si no más, que tenía pendiente este libro. En una charla informal un amigo mencionó que lo estaba leyendo y que le estaba gustando mucho, y yo tomé nota. Por aquel entonces no había leído nada de Umberto Eco, así que la recomendación fue pasando, y pasando, y pasando. Hasta que encontré el libro en ReRead Valencia y lo compré, unido a que, poco después, Umberto Eco falleció. Parecía la ocasión perfecta para ponerme con él finalmente. ¿De qué va el libro? Me va a costar decirlo, pero podría resumirse de una manera bastante chusca y simplista en que tres personajes Diotallevi, Belbo y Casaubon se empeñan en urdir un plan conspiranoico relacionado con los Templarios para una colección hermética/esotérica/whatever de una editorial y la historia se acaba complicando. Perdonad la cutrez de la sinopsis y la falta de entusiasmo que destila, pero es que... pfs.  Hablando del libro... Voy a ser súper siesa. Lo digo desde ya. A ver, el libro es una especie de

Llantos.

Imagen
¿Alguna vez os habéis parado a observar cómo llora la gente? Supongo que no. Es una imagen bastante incómoda. En ocasiones ha dado la casualidad de que he coincidido en algún sitio cerrado, quizá en un autobús o en el metro, o en alguna sala de espera, con alguien que lloraba. Mi impulso es siempre el mismo: acercarme, preguntar si está bien, cogerle la mano. Pero casi nunca lo he hecho. Me da miedo que la persona no vaya a reaccionar bien, o invadir su intimidad, no sé. En una ocasión, en el metro, sí tendí un pañuelo de papel a una chica que lloraba a mi lado. Supongo que lo hice por eso, porque estaba muy, muy cerca. Cuando vio el pañuelo, rompió a llorar más fuerte y se abrazó a mí. No sé qué le pasaba, no hablamos. Se bajó en la parada de Àngel Guimerà y, aunque yo también tenía que bajar ahí, seguí hasta la parada Avinguda del Cid, sin acabar de comrpender muy bien qué había pasado. A lo mejor es que no había nada que comprender.  Pero esa no es la reacción normal, y y

Peli: Straight outta Compton.

Imagen
Hace unos días Jack me propuso que viésemos una peli sobre un grupo de rap de la que decían que debería haber sido nominada a mejor película para los Oscars. Jack es negro (si no exteriormente, al menos sí interiormente) y durante su adolescencia fue un gran seguidor de la cultura hip-hop (en una época en la que no era demasiado común). Además, ha sido gracias a él que me he acercado a iconos de la cultura afroamericana, como Malcolm X. Yo, por el contrario, ni soy seguidora de la música rap (aunque tuve mi época con Nach Scratch) ni una gran conocedora de lo afroamericano. Por eso me ha parecido hacer un comentario de la peli en cuestión desde las dos perspectivas. A ver qué sale. :) La opinión de Jack: Me encarga la señorita Bettie Jander que dé "mi visión" sobre la "penícula" que videamos hace poco: STRAIGHT OUTTA COMPTON.  Pues nada, a ver qué se nos ocurre...  La peli está basada en la historia de un grupo de rap de la costa oeste de los

Cuando una novela pierde el género.

Esta mañana estaba cambiando de canal la televisión cuando me encontré con el programa de libros de Sánchez Dragó, "Libros con uasabi". Hoy la invitada era María Dueñas y hablaban de sus libros. Cuando he puesto el programa, Anna Grau estaba hablando sobre La Templanza , la última novela de María Dueñas. En ese mismo momento decía algo así como que la novela tenía billar, minería, bodegas, y no sé qué más, y que no era una novela rosa, en absoluto.( Minuto 28 aproximadamente )  Y yo: "No es una novela rosa, en absoluto". Hay que disculpar a una buena novela, porque una novela rosa no puede ser buena. Ejem. 😒 — Bettie (@BettieJander) 6 de marzo de 2016 Como si las novelas rosas no tuviesen escenario, o ambientación, o yo qué sé.  Me ha fastidiado bastante. Y no ha sido un comentario aislado. De tanto en tanto han estado intentando convencer al espectador de que las novelas de María Dueñas no son novelas románticas. Y yo: Me estoy poniendo de una

No eternity.

Imagen
Se conocieron a la puerta de la sala Babylon. El concierto había terminado y ella lidiaba con el silencio apoyada en la pared al lado de la puerta sorbiendo de un cubalitro de kalimotxo. Él, en cambio, disfrutaba del ritmo de sus gestos. Ella vio que la miraba y le sonrió.  -¿Quieres? -dijo, levantando el cubalitro. -Preferiría beber de tus labios -respondió él, sorprendiéndose al escucharse. La sonrisa de ella se amplió y él pudo percibir un destello en sus ojos: tenía la mirada de una niña que se dispusiese a cometer una travesura deliciosa. Lo tomó de la mano y lo arrastró hasta un rincón oscuro. Se entregaron el uno al otro allí, de pie, apresurada e intensamente.  Él acertó a pedirle el teléfono mientras se abrochaban los pantalones.  -No tengo móvil -respondió ella-, pero puedo darte mi Messenger, si quieres.  "Mucho mejor", pensó él, intuyendo noches de charlas hasta la madrugada. Apuntó su email en un sms, lo guardó en borradores y v