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Mostrando entradas de septiembre, 2016

El amor adolescente.

Hoy quería publicar. Le iba a escribir algo bonito a Aria Black, pero al final me quedé en blanco.  Así que tiré de borradores. Esto es del curso pasado, de mayo.  Ay.  Por si no estaba yo hoy bastante hormonal. Por si no estaba suspirando bastante. Lo que me faltaba era recordar cuanto extraño a mis chicos y chicas del curso pasasdo... Hay quien detesta a los adolescentes, pero no es mi caso. A mí me encantan. Tienen todavía esa inocencia de los niños, y esa curiosidad, y cierta irreverencia, pero al mismo tiempo empiezan a ser ellos mismos, a explorarse y a explorar el mundo con una honestidad casi brutal. Son, por lo general, así, tal cual, sin dobleces. Y eso me fascina.  Y cuando se enamoran, ¡ay, cuando se enamoran! Son geniales. Hace un par de semanas tuve que lidiar con el gigantesco drama de un alumno que se iba de puente, dejándose a su amiga especial, a es que ocupa sus sueños, en el pueblo. ¡Imaginad!  Me hablaba, mortalmente serio, de su problem

Buena no, pero...

Hoy toca una entrada exprés porque me siento responsable. Algunos de vosotros me habéis dicho que os encanta que sea tan abierta contando las cosas y que no ponga filtros. Y la sensación de hoy, a decir verdad, no hay filtro que la arregle. Así que voy a contarlo por si algún profesor novato (yo voy a ser novata toda la vida, creo) llega, frustrado, y se encuentra que aquí todo son alegría y colorines. Y no. El curso pasado tuve malos ratos, y dudas (por ejemplo, aquí ). Y este curso seguiré teniéndolos.  Hoy he tenido un día regular. Bueno, un día malo. Estaba siendo normalillo hasta última hora, momento en el que una clase se me ha subido a la chepa. Lo he llevado bien. Bueno, no. Lo he llevado mal, a ver si me entendéis, pero no he perdido los nervios, no me ha afectado demasiado, en principio. Eso sí, después de la siesta me he sentido tan mal, pero tan mal... Incapaz, incompetente, "esto no es lo mío", me repetía una y otra vez.  Sé que es mentira. Que si esto n

Apedrear tejados.

O de por qué dejé de fingir orgasmos.  Este no es el tipo de post que suelo escribir. En otros blogs he hablado mucho de sexo y, con frecuencia, no me ha traído nada bueno. Pero resulta que salió el tema en Twitter hace ya algunos días (es que no me da la vida para hacer las cosas con inmediatez, y no me voy a quejar, que ya me quejo bastante) y yo dije que escribiría al respecto. Una chica, con mucha educación, decía que entendía que las mujeres fingiesen (fingiésemos) orgasmos de tanto en tanto por diversas razones. Entonces yo contesté que podía entenderlo, pero que, en mi caso, dejar de hacerlo había cambiado mi vida sexual para mejor. Mucho. Entonces fue cuando dije que lo explicaría en una entrada en el blog. A lo mejor me precipité, pero vamos, dicho está. Además, ayer mismo me lo recordaron.  Yo he fingido orgasmos, sí. ¿Por qué? Pues principalmente por aburrimiento. Así de simple y así de crudo. En la mayor parte de los casos ni siquiera era por no hundir a mi parej

El olvido.

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-En Oblitus somos unos grandes defensores del derecho al olvido. Es inevitable dejar huellas a lo largo de la vida, pero no es obligatorio que esas huellas permanezcan. Nosotros nos encargamos de todas las gestiones y, en un periodo máximo de tres días, garantizado, conseguimos que todo rastro de los actos que ustedes decidan desaparezca, tanto de Internet como del mundo real.  -¿Y si queremos borrarlo todo? -preguntan los clientes, nerviosos, desde el otro lado de la mesa.  El comercial no se sorprende. No es la primera vez, ni de lejos, que le hacen aquella pregunta. -Desaparecería todo lo relativo a esa persona. Todo, sin excepción. Sería como si esa persona nunca hubiese existido. Es una decisión importante: recuerden que una vez ejecutado el procedimiento, es irreversible.  -Está bien. Y para esa opción, ¿qué hay que marcar? -¿Ven la tercera opción? "Quiero olvidar por completo a...". Pues bien, toquen el cuadradito que aparece a la izquierd

Voy a pasármelo bien.

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El viernes, cuando salí del trabajo, decidí no pensar en él hasta el lunes por la mañana. El fin de semana es para desconectar, al menos de momento. Ya habrá situaciones en las que, por la fuerza, tenga que dedicarme a trabajar muchas más horas de aquellas por las que me pagan. Pero de momento, no es el caso.  Si las cosas hubiesen sido de otra manera, si no hubiese tenido la suerte de conocer a alguien de Córdoba que me ha acogido como a una amiga más, probablemente habría pasado el fin de semana en casa, viendo series o pelis, mirando Internet y poco más. Pero he tenido suerte. Gracias a Twitter conocí a alguien que me ha ayudado muchísimo a irme asentando en la ciudad. Y, además de ser alguien simpático, agradable, acogedor... sabe cómo divertirse. Anoche, por ejemplo, me propuso un plan que coincide bastante con lo que yo considero una noche divertida: pasarla jugando a juegos de mesa como si no hubiese un mañana. Siempre me han gustado los juegos de mesa (los más clásicos

Vengo del futuro y no traigo lejía.

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Ayer vi este vídeo. Bueno, lo escuché. Es un texto de Mónica Gae recitado por ella misma y, de verdad, creo que merece la pena. A mí, al menos, me la mereció. Acabé llorando en el sofá como si no hubiese mañana. Y, después, mientras se lo enseñaba a alguien, lloré menos, pero volví a llorar. Es que soy muy llorona, ¿saben?  Me recordó, salvando mucho las distancias, a algo que escribí aquí hace unos cuantos días. Y me gustó. Me gustó porque pude reconocerme en muchas cosas de las que Mónica escribió. Y me gustan este tipo de formatos cuando son honestos, cuando hablan desde el corazón. Anda que no estaría bien que alguien viniese del futuro y, en lugar de traernos lejía, nos dijese que todo va a ir bien. Que vamos a vencer las dificultades, que el dolor de ese momento nos hará fuertes y que las lágrimas están ayudando a que germine una semilla. Aunque, bien pensado, hay quien nos dice esas cosas y no hacemos caso. "Todo irá bien", nos dicen, y pensamos: "¿Y

Una niña idiota.

Hoy es casi domingo. Aquí es festivo. Anoche me acosté tarde (mucho más tarde de lo que pensaba) y hoy me he despertado rara (a lo mejor lo de haber dormido seis horas o menos tiene algo que ver). Apenas había abierto el ojo ha sonado el teléfono fijo y era mi madre. Después de dedicarse un rato a echarme en cara de una forma pasivo agresiva que yo no tenía muchas ganas de hablar, se me ha echado a llorar y a contarme problemas que yo no puedo solucionar. Porque supongo que empezar una nueva vida en otra ciudad y ver que se me avecina un curso de trabajo brutal no es suficiente. Que a lo mejor suena egoísta. Pero si nos ponemos egoístas, pues yo también quiero. Me he dado cuenta de que no se veía el número de teléfono de quien ha llamado y, al colgar, me he puesto a mirar cosas. Resulta que el teléfono inalámbrico que compré ayer ya está roto. No aparece nada en la pantalla. Se enciende la luz, pero ya. Pero, como ya he dicho, es festivo, así que hasta mañana nada. Qué suerte he t

Actualización express.

Hola queridos seres humanos, lectores de este humilde blog. Los que queden, al menos. Aquí estoy, frita. O, más bien, cocida en mi propia salsa, porque en Córdoba hace  PUTO CALOR. Así es. Pero bueno, también tiene muchas cosas buenas. La gente, por ejemplo. Por suerte, gracias a Twitter hice un amigo aquí, que no me deja ni a sol ni a sombra y que me ha presentado a sus amigos y está intentando que me sienta acogida en su ciudad. Pero, además, una lectora del blog me ha escrito para darme la bienvenida y asesorarme sobre cosas que hacer. ¿Sabíais que hay un club de lectura de Cómic en Córdoba? ¿Sabéis quién se va a apuntar? Jur-Jur-Jur.  Es cierto que el aterrizaje está teniendo sus complicaciones. Yo ya estaba desentrenada en eso de vivir por mi cuenta, y tengo que volver a acostumbrarme. Además, echo de menos a mi gentecilla y me da por pensar en ellos y me pongo moñas. Pero, como ya digo, tengo suerte de no estar sola del todo, porque sola y sin WiFi... Afú, muerte.