Entradas

Mostrando entradas de octubre, 2016

Lo que no dicen las estadísticas.

Este relato forma parte de mi antología historias minúsculas , escrita durante el NaNoWriMo 2015. Podéis descargarla gratis aquí .  La vida de mi madre fue una de esas vidas normales y corrientes en las que nadie repara. Mi madre se casó joven, como era costumbre, tuvo tres hijas, que era lo que estaba bien visto en la época (aunque tuvo que aguantar durante muchos años que le preguntasen si no iba a ir a por el niño, como si mis hermanas y yo no fuésemos suficiente), soportó a su marido mientras Dios tuvo a bien mantenerlo en la Tierra (y fue demasiado tiempo), nos dio todo lo que pudo y nos crió tan bien como supo. Vaya, lo que hacen millones de mujeres alrededor del mundo. No sé cuántas exactamente, no hay un recuento de mujeres luchadoras de batallas cotidianas. Hay muchas cosas importantes que no se cuantifican. Mi madre era importante y de no ser por el maldito cáncer no habría aparecido en ningún recuento. De todos modos, habría preferido que así fuese. La enfermedad

¿Cuánto hace que...?

Visto el impacto de la pregunta final del post de ayer, hoy vuelvo a la carga, pero multiplicado. Para que pensemos todos un poco y veamos hacia dónde hay que mover los muebles de nuestra vida. Ea.  ¿Cuánto hace que... no te haces un regalo? no te dedicas tiempo? no ríes hasta que te duela la tripa o los mofletes? no te dicen que te quieren? no te dicen que te quieren y te lo crees? no te dicen que te quieren, te lo crees y eso te hace estremecerte? no duermes desnudo/a? no duermes desnudo y abrazado/a a alguien? no duermes hasta tarde? no te dicen una cursilada? no te dicen una cursilada y sonríes? Vale como cursilada que te digan que prefieren tus besos a las chucherías, por ejemplo. no visitas un sitio en el que nunca antes hayas estado? no te pierdes en una ciudad? no conoces a alguien? no haces algo que te dé miedo? no bailas? no cuentas un chiste? no te emocionas con un poema, una obra de arte, una canción...? no aprendes algo? no hace

Al mal tiempo, besos.

Volvía de llevar a mi madre a casa de mi abuela con el coche. La tarde era gris, fresca, amenazaba lluvia. No había ni un alma por la calle. Bueno, miento, un grupo de niños desafiaba al cielo jugando a la pelota en medio de la calle, pero ya se sabe: de pequeños nos creemos invencibles.  A parte de ellos, nadie más, salvo una pareja, apoyada en un coche aparcado en una esquina. Supongo que también se sentían invencibles. Sí, eran jóvenes, pero también estaban enamorados. Lo sé. No los conozco, no sé cómo se llaman ni cuánto tiempo hace que se conocen o que salen juntos, pero se quieren a rabiar. He podido verlo en cómo se besaban. Ella cogía la cara de él con ambas manos y lo besaba con ansia, como si el tren fuese a marcharse y él tuviese que irse sin demora. Por supuesto, no había ningún tren. Él tenía las manos puesta a los lados de la cintura de ella, y apretaba con los dedos, como si tuviese miedo de que ella fuese a volarse, pero juraría que tampoco hacía viento.  He pa

Mi depresión posparto.

No, no soy madre, pero el otro día exploté en Twitter y conté mis penas y alguien me acabó llevando a este símil. Os pongo al día. Hace algún tiempo que estoy regular. O mal, vaya. Desde luego, no estoy tan bien como esperaba, y eso me hace sentir todavía peor porque, ¡joder!, no tengo motivos para estar mal. Así que hablando de esa sensación y de lo fatal y culpable que me hace sentir, Violeta me dijo que era la depresión post-oposiciones, a lo que Atenea añadió: @BettieJander @violeta_tomg el post-opo es como la depresión post parto:la plaza es tu bebé y te ha costado mucho traerla al mundo.Pasará 😘😘 — Biblioteca de Atenea (@AteneaReader) 20 de octubre de 2016 Violeta estuvo de acuerdo con ella. Parece que después de ganar una plaza todo tiene que ser alegría, que se te resuelve la vida y todo es maravilloso. Todos los opositores hemos hecho listas con las cosas que íbamos a hacer cuando sacásemos la plaza. Yo, sin ir más lejos, iba a leer un montón en todo el ti

Retratos a tiza (IV)

Me dejé muchos retratos a tiza sin hacer de mis alumnos del curso pasado. No descarto hacerlos, porque los recuerdo como si no me hubiese ido, pero hoy toca hacerle un retrato breve a un alumno nuevo, de los de aquí. Quiero atesorar los buenos momentos, las partes bonitas, que este año están escaseando más.  Tengo un alumno que es lo más bonito del mundo. Es pequeñín, no solo porque está en 1º de ESO, que también, sino porque es bajito. Además, cuando le miro a la cara veo todavía la inocencia de un niño de colegio.  Tiene la piel morena y los ojos oscuros, vivos y brillantes. El cabello, también oscuro, siempre va peinado hacia un lado, pero sin gomina ni nada por el estilo, con unas ondas naturales preciosas. Y cuando mi niño sonríe, se ilumina el mundo. Es de lo más bonito que pulula por este instituto, os lo prometo. ¿Por qué es él el primer alumno al que le hago un retrato este curso? Porque me ve. Parece una tontería, pero a veces me siento una autómata en la clase p

Otro #NaNoWriMo que no, pero sí.

Imagen
Sí, ya sé. Que estoy loca. Que lo digo todos los años. Si es que no estoy bien de lo mío, es verdad. Pero mirad, aquí estoy, dispuesta a volver a intentarlo (no sé si a conseguirlo, pero eso es lo de menos, supongo). El otro día, en mitad de una conversación, me vino el pronto:  -Podría escribir de historias de desamor. Sí. Desamor. O no... Algo más general, para no limitarme tanto. Historias sobre despedidas. Sí. Eso. Historias sobre despedidas.  -Ea, pues ya está -me contestaron con cara de: "Bueno, esta tía está como una cabra".  Y lo estoy, porque hace mil años que no me paso a comentar blogs, prácticamente no actualizo este, no tengo tiempo para casi nada, y cuando tengo un momento libre el cuerpo me pide salir y pasear por Córdoba (que para eso es tan bonita) o relacionarme con gente de carne y hueso, que es algo que no he hecho demasiado en los últimos años. Pero quiero intentarlo. Quiero ver hasta dónde llego. Sé que alcanzar las 50000 palabras este a

Lecciones para sordos.

Imagen
No quería a nadie. Nunca llegué a dilucidar si porque no podía o porque no sabía.  Se enamoraba mucho, eso sí. Cada una de sus amantes era la mujer de su vida durante unos días, unas semanas o, en el mejor de los casos, unos meses. Durante ese tiempo eran perfectas, ángeles sin alas, la virtud hecha carne, pero poco a poco aparecían los fallos, las imperfecciones: una no tenía inquietudes (al menos no las que él creía que tenía que tener), otra era demasiado superficial (aunque semanas antes esa preocupación por su aspecto le había parecido algo que admirar), otra era demasiado cariñosa, otra demasiado fría y a una, os lo prometo, la dejó porque no podía soportar la forma de sus cejas, después de tres meses saliendo juntos.  Pensaba que lo había superado con la última de ellas, quizá porque, aunque tenía alas, no era un ángel. Recuerdo cómo me hablaba con fascinación de aquella pelirroja menuda que había llegado a su vida para ponerla del revés. Creí de veras que iba a ser dif

Libro: Mort, de Terry Pratchett (Mundodisco #4)

Imagen
Una buena manera de empezar con buen pie con alguien es regalarle un libro. Si, además, es un libro que te gusta mucho y que crees que a esa persona le puede gustar, pues mejor que mejor. Este libro va a ser especial (ya lo es), porque es el primero que me ha regalado una persona maravillosa, porque es el primer libro en papel que ha entrado a mi casa de Córdoba y porque ha sido el libro con el que me estreno con Pratchett a solas :)  ¿De qué va el libro? Mortimer es un joven soñador y despistado a quien le toca en suerte una inesperada tarea: convertirse en aprendiz de la Muerte y aplicarse en liberar almas de su envoltura carnal. La verdad, Mort no está demasiado capacitado para ello, y en una de sus primeras visiones, liberar el alma de una atractiva princesa que está a punto de ser asesinada, decide en su lugar "liberar" el alma del asesino, interfiriendo así en los designios del Destino y provocando el consiguiente desaguisado. Por su parte, la Muerte, habien

Profesores brillantes. (#DíaMundialDelDocente)

Hoy es el Día Mundial del Docente. El año pasado también os escribí un post, sobre la primera vez que me emocioné en clase. Un año más tarde me temo que me va a quedar un post menos emocional. Supongo que es normal cuando una está enterrada en burocracia y pruebas iniciales hasta las cejas. Es más, este año me va a quedar un post algo pesimista, lo veo.  La cosa es que, en fechas como estas, todos recordamos a profesores brillantes, excelentes, maravillosos y estupendos. Se habla de esos profesores que han cambiado la vida a escritores, artistas, filósofos, políticos... Se habla de esos profesores que, finalmente, nos hicieron entender las matemáticas y, sin los cuales, ahora no seríamos físicos o ingenieros. O de la primera maestra que nos recomendó un libro que sí nos gustó leer, el que nos convirtió en letraheridos sin remedio. Se habla de esos profesores que marcan. Y se pide, directa o indirectamente, que los demás estemos a la altura.  Yo decidí ser profesora por amor a

Una sonrisa de esas...

Era peligrosa. Tenía una sonrisa de esas a las que es imposible decirles que no. Bueno, era imposible decir que no a cualquier cosa que tuviese que ver con sus labios. Cuando miraba, veía, y hacía sentir que solo se quedaba con lo bueno, como si lo malo no existiese. Era adictiva, su mirada. Y, para ser sinceros, ella también.  Tenía unas manos pequeñas y frágiles pero, cuando te agarraban, daba la sensación de que no ibas a perderte nunca. Pocos imaginaban que era ella la que temía caer. Porque sí, ella temblaba y temía, y se peleaba a cada instante con una voz mezquina que le susurraba cosas que no quería escuchar, selladas siempre con un: "Es por tu bien". Y al final cedía, y se marchaba, con el corazón roto, sin saber si la decisión era suya o la habían tomado por ella. Sí, al final se iba y se prometía no volver a intentarlo, convencida de que había nacido para estar sola. Pero siempre volvía a intentarlo.  Ah, es que eso no lo he dicho: lo que mejor se le d