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Mostrando entradas de febrero, 2017

De buenos y malos.

Hay ocasiones en las que las circunstancias favorecen las confesiones entre profesores y alumnos y, sobre todo, entre alumnos y profesores. Son situaciones en las que las barreras del aula bajan un poco y las distancias, no tanto físicas como simbólicas, se reducen. Algunas de estas situaciones son, por ejemplo, las excursiones.  Yo pensaba que este año no iba a ir a ninguna excursión. Desde luego, ganas no me han dado. Pero mis muchachos y muchachas me lo pidieron y yo a ellos no les puedo negar nada, así que accedí. Y claro, en esa excursión una coincide con otros alumnos que también van y se entera de muchas cosas.  Por ejemplo, una se entera de que sus alumnos están muy interesados en saber si tiene o no pareja, pues le han buscado un novio potencial y están intentando mover fichas, así como quien no quiere la cosa. Por ejemplo, me han ofrecido la cuenta de Twitter del susodicho, para que le eche un ojo.  Desde luego, no están haciendo las indagaciones cara a cara. Estos a

Lo que estoy viviendo.

El fin de semana pasado estuve en un concierto de música clásica. Tocaba la Orquesta Joven de Córdoba en un concierto para celebrar su quinto aniversario. En cuanto sonaron las primeras notas del Concierto para flauta de Mozart casi lloro (pude aguantarme) y el resto del concierto me lo pasé como una niña pequeña disfrutando del momento, feliz, feliz, feliz. Y más feliz. Lo recuerdo y se me escapan los suspiros. Estoy intentando disfrutar de lo que es vivir en una ciudad tanto como puedo. Por ejemplo, lo del concierto habría sido tan difícil el año pasado... Pero este año lo vi en Twitter y, casi sin pensarlo, compramos entradas. ¡Qué bonito es vivir en una ciudad tan viva como Córdoba!  Habrá quien diga que Córdoba no es una ciudad viva, pero es que yo sí sé lo que es vivir en un lugar muerto... No sé si os acordáis de que estuve diciendo que si me sacaba la plaza en Andalucía iba a tener que comprarme un traje de gitana. Pues bien, ya lo tengo. Yo, que soy muy fan de los

Gracias por tu vida.

Hace tres días una amiga de mi familia recibió una llamada esperada durante mucho tiempo. Le pedían que se fuese rápidamente para el hospital: había unos pulmones para ella. Supongo que intentó contener la emoción y controlar los nervios. Al fin y al cabo no era la primera vez que la llamaban y en la ocasión anterior todo había quedado en nada. Los médicos prefirieron no arriesgarse y esperar a tener mejores opciones.  Pues bien, se ve que el momento llegó, porque esta vez sí, le hicieron el transplante. Todos lo que la conocemos estábamos pendientes de ella, de su operación y del resultado. No es para menos: es una persona vital, alegre, positiva, con ganas de salir adelante a la que un día, sin saber muy bien por qué, empezaron a fallarle los pulmones. Ha pasado muchísimo tiempo pegada a una máquina de oxígeno, con la casa llena de tubos, incapaz de salir a pasear o, en los últimos tiempos, incluso de preparar un café cuando alguien iba de visita a su casa.  Cuando ayer preg