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Mostrando entradas de agosto, 2017

No ha estado mal.

Hoy concluyen mis primeras vacaciones pagadas. Sí, a mis 29, mis primeras vacaciones. Sí, esas vacaciones maravillosas que tenemos los docentes. Ya tenía yo ganas de pillarlas, que lo mío me ha costado ganarlas. Y no han estado mal. Lo cierto es que no he hecho nada del otro jueves. Una semana en la playa. Un viaje a Madrid. Una obra de teatro. Y mucho descansar, leer y no hacer nada, que es justo lo que no he podido hacer durante el curso.  Y retomar el blog. Ha sido un gustazo volver a escribir aquí, aunque, normal, las entradas ya no reciban tantos comentarios. Me da lo mismo, lo he pasado bien. Ahora toca enfrentarse a otro nuevo curso. Otro nuevo centro (me han dicho que bueno, no sé, nunca se sabe), nuevas rutinas, a saber qué horario, otras maneras de hacer las cosas. En fin, lo de siempre. Pero hoy aún no quiero pensar en eso. Aún me quedan unas horas. Mecachis... ¿por qué me habrá gustado tanto esto de las vacaciones? :( PD: Probablemente esté aprovechando mi último d

Bolero

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Esperaré a que cambies  de opinión cobijada bajo un manto  de quizás y me alimentaré de las migajas de tu amor. Esperaré, hambrienta, hasta el final y acabarás por ver que yo tenía razón, que nadie va a quererte nunca así. Me encontrarás entonces, corazón, en el mismo rincón donde quedé, entregada, como siempre, solo a ti. Y si acaso fuese eterno este adiós y tus labios no volviesen más a mí recordaré este beso que te doy, despedida de todo lo que fui.

Azoteas.

Ella había estado en otras azoteas: había mirado las estrellas desde ellas muchas veces y se había apostado la ropa con el viento, perdiéndola en alguna ocasión. Sí, no era la primera vez, pero casi parecía que lo fuese. Quizá eran las ganas acumuladas: nunca había deseado a nadie como deseaba a Daniela.  Compartían una manta vieja, un litro de cerveza y las vistas. Los bloques de pisos de Córdoba no podían hacer sombra a las torres, guardianas durante siglos de una ciudad que no había dejado de fluir, como el río que la cruza. Ella le preguntaba a Daniela por cada uno de los edificios antiguos, aunque ella no parecía demasiado interesada en la arquitectura.  Un poco frustrada, se recostó y miró al cielo. Había comenzado a nublarse. Las nubes eran ligeras, delicadas, y estaban unidas por fibras casi etéreas, como el algodón de azúcar. Daniela se tumbó a su lado y, por fin, pareció atreverse a dar un paso: acababa de recostarse sobre su hombro, pero miraba al cielo. Resistió

No representes la misma obra, escribe una nueva.

Hoy, mientras estaba en Twitter, he visto un tuit bastante chulo al que le he hecho RT. Vas a querer hacer las mismas bromas con otra persona y no te va a entender y en ese momento te darás cuenta de todo. — Queen🌸 (@ibaewhore) 21 de agosto de 2017 Digo que es un tuit chulo porque creo que a muchos nos ha pasado algo parecido después de tener una relación especial o muy larga. Durante todo ese tiempo se establecen lazos de confianza, entendimiento y cariño que provocan gestos y bromas cotidianos que son, en realidad, lo que se extraña cuando esa relación se acaba. Así que sí, creo que el tuit, en ese sentido, refleja algo que ocurre en muchas ocasiones. Sin embargo, desde mi experiencia, creo que el enfoque está equivocado. Sí, ocurre. Se echan de menos esas cosas. Y cuando empiezas otra relación se es incluso más consciente de esa añoranza. Porque ya no tienen sentido ni lo tendrán nunca. Incluso puede ocurrir que, en un momento de mucha familiaridad, se te escape una broma

Léeme.

"Léeme", te digo, y tú recitas, sin mirarme, tus poemas. Verso a verso atraviesas la bruma. Verso a verso llegas a mis puertas. Verso a verso las golpeas. Yo te abro, tú aún no me ves, mas con cada palabra me arrancas una prenda. Nombras al mar y cae mi velo. Nombras la sombra y se apaga mi vela. Nombras al amor y me desnudas. "Mírame", te digo, "a ti y a la poesía entregada. ¿No quieres verme, acaso?" Entonces alzas la mirada, los ojos fijos en mí, extrañado: "¿Qué crees que hacía, mujer?" "¿Desnudarme?", pregunto. "No, amada: te leía." *** Al releer viejos poemas me doy cuenta de que a veces vivir es solo una excusa para escribir. Prefiero pensar eso a creer que soy una embustera. 

¿Pero era guapo?

Diría que somos hipócritas, pero creo que lo que somos, sin poder evitarlo, es contradictorios. Nos llenamos la boca hablando de aceptación física o corporal, de que hay que ser consciente de la diversidad y no discriminar a nadie por cuestiones estéticas. Pero luego -me ha pasado en multitud de ocasiones- cuando un amigo o amiga tiene un nuevo ligue o similar una de las primeras preguntas que sale a relucir es "¿Es guapo/a?". Supongo que es normal, somos seres muy visuales y que las cosas sean agradables a la vista es importante para nosotros. Entonces, ¿qué pasa? ¿Que los feos nos tenemos que morir de ascopena? O quizá, simplemente, que nos tenemos que conformar con otro feo o fea, porque a ver, no podemos aspirar a más. ¿No es eso?  Mucha gente lo piensa así. Por eso, cuando alguien que, según los cánones, no es atractivo está con alguien que sí lo es, se sorprenden. Como si eso fuese lo fundamental o, incluso, como si esas personas no pudiesen verse atractivas mut

El sexo está sobrevalorado.

O no. A lo mejor lo que pasa es que está mal valorado, mal comprendido. Hace unas semanas tuve una conversación sobre este tema con alguien, curiosamente un hombre. Él mantenía que el sexo está sobrevalorado y yo decía que en realidad no. Creo que en el fondo estamos de acuerdo, pero, como casi siempre, el aparente desacuerdo viene de un tema de definiciones. De qué entendemos por sexo, vaya. Y es que lo que yo creo es que mucha gente no tiene ni puta idea de qué va el sexo. Y escribo hoy estoy porque  hace unos días hubo en Twitter una polémica a raíz del tuit de una chica que decía que pasaba algo con la gente que tenía más de 25 años y se había acostado con menos de 10 personas. Desde luego, la chica lo vertía como una opinión personal y oye, cada uno puede tener las opiniones que quiera, por muy erróneas que sean. Pero en ese tuit se deja entrever uno de las imposiciones de nuestra época, posterior a la "liberación sexual" de la mujer: TIENES QUE TENER MUCHO SEXO PORQUE

Libro: Modelos de mujer, de Almudena Grandes.

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La historia de cómo llegué a este libro es un poco larga. Empieza con "Aunque tú no lo sepas", de Quique González, sigue con la llegada al poema de Luis García Montero del mismo título, y en el que esa canción se inspira, desde allí, a una entrada de Wikipedia en la que descubrí que Almudena Grandes había escrito un relato inspirado en ese poema. Busqué el relato y descubrí que estaba incluido en esta antología. La busqué, la conseguí, y me puse a leerla. La verdad es que uno nunca sabe cómo va a llegar a la siguiente lectura... :P En fin, la acabé anoche y os quiero contar un poco qué tal. ¿De qué va el libro? Se trata de una antología de relatos con protagonistas femeninas bien distintas entre sí. Aunque "Modelos de mujer" es el título de uno de los relatos, también describe bastante acertadamente la temática de la antología, pues se presentan mujeres de diferentes perfiles. Hablando del libro... Empecé a leer el libro con un poco de precaución. No ha

Historias imaginadas.

Todos somos muchas historias. Una, la que contamos. El resto, las que leen los demás. Para eso, claro, hay que dejar que nos lean, descorrer las cortinas y dejarnos ver desnudos, indefensos, permitir que la lluvia nos borre el maquillaje y temblar ante ellos. Pero no... Preferimos dejar que imaginen, que completen los huecos de nuestra historia, que confíen primero y que, cuando desconfíen, la curiosidad haya desaparecido, que se marchen en silencio, empujándonos al olvido, porque si se quedan... Si se quedan descubrirán nuestras heridas, las manías, los esqueletos del armario, la tapa del váter levantada, los ronquidos, el vicio del tabaco, la irritante costumbre de decir la última palabra o de mirar el móvil después de besarlo, las lágrimas mal disimuladas cuando se marchan o el temblor que nos sacude antes de decir "te amo".

Una persona normal.

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Esta entrada fue escrita el 08/08 Hoy he ido a comprarme una bolsa de pipas a la tienda de chuches, he cogido el coche y me he ido al campo, a jugar con los gatetes de mi padre y a disfrutar de la brisa que, allí sí, corre. En la carretera me he cruzado con mi hermano. Nos hemos saludado con la cabeza y en ese momento, mientras me acercaba al STOP del cruce ha ocurrido: me he sentido una persona normal. Hace años, entre tres y cuatro, quizá algo más, escribí en este blog una entrada que se titulaba "Amaxofobia" y en ella hablaba justamente de eso, de mi miedo a conducir. No la busquéis, no está. La borré porque me moría de vergüenza, porque la gente la visitaba y verla ahí, entre lo más leído, me recordaba lo fracasada que era. Porque así me sentía: fracasada. Al fin y al cabo no hacían más que repetírmelo: todo el mundo lo hace. Todo el mundo conduce, ¿no vas a hacerlo tú? Y entonces además de fracasada me sentía rara. Y sentirse rara es una puta mierda. Ojo, que

Calles de Madrid.

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¡Ya estoy de vuelta! No me he perdido en Madrid y he conseguido reunir las fuerzas necesarias para volver (las vacaciones, los viajes, no duran para siempre, por desgracia). En fin, pongo punto y final a ese sueño cumplido que ha sido visitar Madrid, callejear por la capital de España, pisar esas calles donde tantas cosas han empezado y respirar ese aire que, si bien no es el más limpio del mundo, tiene algo especial. Madrid es otra cosa. Estoy desarrollando el talento de detectar el alma de las ciudades cuando camino por ellas. Córdoba no tiene nada que ver con Valencia, por ejemplo. Y Madrid también es algo especial en sí misma. Diferente. ¿Queréis saber cómo es el alma de Madrid? Pues a lo mejor me explico muy mal, pero es el alma de una ciudad que se siente importante. Los madrileños saben que están en el centro de todo, y claro, eso tiene que calar de alguna manera. También es el alma de una ciudad pionera. Madrid parece sentirse punta de lanza de muchas cosas importantes. Y

Especialista.

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Me preguntas por qué lloro y yo callo. Si la pena me dejase, te diría que es el exceso de agua de mar y que es extraño: No he conseguido ahogar mi tristeza todavía. Las esperanzas se me escapan de las manos, y las certezas, y los miedos... Y me miras. Aparto los ojos y aprieto los labios: he dejado más huellas de las que debería. Pero pasaré, y tú pensarás: "¡Qué extraño! Juraría que la amaba...", y no mentías, pero hay historias que nacen para ser pasado y en esas me he hecho especialista.

La paz de las pequeñas cosas.

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Se habla mucho del talento de encontrar felicidad en las pequeñas cosas. Pero yo últimamente, más que felicidad, necesito paz. Y mi paz se encuentra en un rincón pequeño, irrelevante para casi todo el mundo, pero no para mí. Es la parte del mundo que más echo de menos cuando estoy lejos, y eso que no tiene nada de especial: es un pequeño pedazo de tierra que ni siquiera es del todo nuestro. Cuando necesito paz (y lo recuerdo) cierro los ojos y me veo allí. Sentada en una silla pequeña y antigua de colegio (de cuando aún no eran verdes) y apoyada en un pupitre (este sí, verde), mirando hacia el atardecer, apreciando cómo el sol se va ocultando, arrojando sus destellos entre las hojas de la noguera, agitada por la brisa. A mi izquierda, mi padre se agacha entre las matas de tomate, buscando las piezas más rojas y, de vez en cuando, tiene que apartar a algún gato. Entonces, mi blanquito, que siempre tiene ganas de cariño, viene y se sienta frente a mí para que lo acaricie. Cierro los

He visto: Death Note (anime)

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Y no creáis que no me ha costado. Algo más de dos años para acabar la dichosa serie. Y ojo, que tiene 37 capítulos de unos 20 minutos. Pero es que yo ya lo decía: no me gusta el anime, no me gusta. Y es que no. Empecé a ver esta serie por consejo de Letraherido . Supongo que en una de esas conversaciones en las que yo me encono que no, que el manga y el anime no son my cup of tea . Entonces él insistiría y me recomendaría una historia que, seguramente, me gustase. Y yo lo empezaría, porque oye, no perdía nada. Total, los capítulos estaban en Youtube y eran cortos. Y la cosa es que, al principio, me gustó. Recuerdo que incluso llegué a utilizar los dos primeros capítulos en clase. Y es que se trata de un concepto muy, muy interesante. Un shinigami (una especie de deidades de la muerte) aburrido deja caer su Death Note (cuaderno de la muerte) al mundo de los mortales. Este cuaderno tiene la peculiaridad de que si alguien escribe el nombre de una persona en él teniendo su r

Aunque tú no lo sepas.

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Puedes leer este post con música. Clic en el vídeo. Aunque tú no lo sepas, te he inventado y me he embriagado con tu imagen. He dibujado retratos de familia, escenas de cumpleaños, vacaciones y duelo. Y en todas ellas aparecías tú. En las noches de insomnio, bailabas para mí proyectada por mis ojos sobre el techo del dormitorio. Tantas ganas tenía de ti que me forcé a reconocerte cuando llegaste. ¡Ah, qué maravilla abrazarte, tenerte por fin conmigo después de tanta espera! Dormir a tu lado, hundir mi nariz en tu pelo y sentir que olía justo como soñaba. Acariciar la suavidad de tu piel de fantasma esperado. Escucharte en silencio, escucharme en tu risa. Desafiar al destino juntos. Besarnos e iluminar la calle, la escalera, el dormitorio. ¿Cómo puede ser posible que seas tú? ¿Que te haya encontrado? Pero, aunque tú no lo sepas, hace tiempo que te escapaste aunque cerré la puerta. Abrí los ojos y la cama estaba fría. La muchacha que dormía a mi lado ya no se te parecía. No

Hacer planes.

Hay una manía que quiero quitarme, y es la de hacer planes. Algo he mejorado, desde luego, pero una no se quita los hábitos de toda la vida de la noche a la mañana. Y eso que lo sé: sé que hacer planes es, en muchos casos, una fuente de frustraciones y una madriguera para sueños rotos. Lo sé. Lo he visto. Hoy, por ejemplo, paseaba por los alrededores de la huerta de mi padre. A medida que me acercaba, veía alzarse dos árboles bastante grandes ya. Son dos pinos que plantamos mi hermano y yo, uno cada uno, cuando éramos pequeños. Flanquean los lados de una pequeña rampa de entrada. Recuerdo que mi padre nos decía que serían la entrada a un "chalet" que iba a hacerse allí. También plantamos una parra cada uno que, según mi padre, daría sombra en el porche.  Yo podría tener 7 años cuando planté aquel árbol. Ahora tengo 29. Y mi padre no está más cerca de hacerse su pequeña casita de campo. Si  acaso, está más lejos. Eso me pone muy triste, ¿sabéis? Todos los planes geniales q

Plan de contingencia.

Me quedaré en el hoy, pellizcando pedazos a la eternidad mientras me miras, aguantando el segundero con tus besos. No hay tiempo: todo pasa. Levantaré mi barricada de esperanzas y deseos y resistiré a las bombas.           Cuando la realidad se deja caer           siempre lo hace para matar. Me aferraré, febril, a ese último abrazo. ¿Qué quedará de mí sino el polvo que te llevas en los dedos? Y te añoraré hoy, hundida en el desconsuelo, y lo haré bien, por si un día dejo de echarte de menos.

Book-Tag: Mid-year freak out.

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El otro día vi este tag en el blog de Ro y me apeteció hacerlo, aunque sé que me va a costar la vida misma, porque he leído poquísimo este año. Aún así, vamos a intentarlo, a ver qué sale. 1. Mejor libro en lo que va de año. El cuento de la criada , de Margaret Atwood . A lo mejor es porque es de los últimos que he leído y todavía me dura la impresión, pero es que está tan bien escrito, tiene una narrativa tan delicada y brutal a la vez, y la historia es tan tremenda... Uf. 2. Mejor secuela. Lo más parecido a una secuela es Yerma , de Lorca , que es uno de sus tres dramas rurales. Y sí, es buenísimo, no porque sea lo más parecido a una secuela que he leído, sino porque es genial. Como las otras dos, por otra parte. 3. Novedad que quieras leer. Pues la verdad es que no soy una cazadora de novedades y, ahora mismo, no tengo nada en mi radar. 4. Mayor decepción en lo que va de año. Pues, aunque duela, Sandman. Obertura . Yo le tengo ley a Sandman, soy sandmaniana de religión, pero

Libro: Adulthood is a Myth, de Sarah Andersen.

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Hacía tiempo que le tenía ganas a este cómic (bueno, a este recopilatorio de viñetas) y por fin le he podido hincar el diente. ¡Os cuento! ¿De qué va el libro? Pues es, como indicaba, un conjunto de viñetas que retratan, en tono humorístico, aspectos cotidianos de la vida de Sarah, que yo intuyo es un alter ego de la autora (se parecen mucho, que un amigo me mandó una foto de ella hecha en la ComiCon xD), en un tono humorístico. Aspectos como la sensación de falta de madurez, la introversión, el vértigo al acabar los estudios, entre otros, quedan retratados en sus viñetas provocando, cuando menos, una sonrisa. Hablando del libro... Me encanta. En serio. Me encanta Sarah Andersen. Es que me siento identificada al 2000% con este personaje. Y me ayuda muchísimo ver cosas que me preocupan o me acomplejan con una sonrisa, porque parece una tontería, pero le quitas hierro a esos miedos. El libro es ligerísimo, al estar compuesto por tiras breves, se lee en nada. Antes de darte

El mundo no para.

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Siempre he sido regular tirando a mala o, qué cojones, nefasta, en eso de mantener el contacto con la gente. Por muchas razones. A veces porque soy un poco dejada, y me meto tanto en mis cosas que no me acuerdo de nada. Otras, por no molestar. Y otras, porque cuando no estoy bien (y he pasado unos años regulares) tiendo a encerrarme en mí misma: no soy buena compañía y, por tanto, no quiero compañía. Lo sé, sé que soy así. Y, como no soy del todo imbécil, sé cuáles son las consecuencias de eso. Sé que, cuando te apartas, el mundo no se para. Que nadie es imprescindible y que, a veces, ni siquiera es necesario llenar el hueco que has dejado. Lo sé. Así que, cuando vuelves, si es que vuelves, ya no hay sitio para ti. Es lo normal. Lo tengo asumido y no me enfado ni me entristezco por eso. Casi. Hoy le he dicho a un amigo que yo no sé dónde tengo mi hogar, y es verdad. No soy muy de echar raíces (o eso creía) y, las pocas que he echado, me he visto obligada a cortarlas por unas cosa

Brindis

En este último año he escrito un montón de poemas. En serio, una barbaridad. La cosa es que de vez en cuando fotografío alguno (porque lo esbozo en el cuaderno) y los subo a Twitter (donde nadie les hace caso, todo sea dicho xD), pero ya no suelo ponerlos por aquí. Así que nada, se me ha ocurrido poner alguno. Que a lo mejor a nadie le interesa leer mis mierdas en general y mis poemas en particular, pero bueno, esto es lo que hay xD Si veo que no, pues dejaré de ponerlos y ya. Brindis. Alzaré, por última vez, la copa y brindaré, hoy sí, por lo que fuimos. Me despediré de ti sin un abrazo y marcharé sin esperar al olvido. ¿Qué nos hicimos? No lo tengo claro. ¿Obramos bien? Anduvimos camino. ¿Qué queda? Esqueletos en los armarios y cajones llenos de recuerdos vacíos. Quizá tenías razón: no nos amamos                -no te quites las culpas, pecamos todos. Puede que con el tiempo aún lo descubramos. Ya no me preocupa. Hoy sí, te quedas solo.

Libro: Un amante de ensueño, de Sherrilyn Kenyon.

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Hace unos días en Twitter, no sé cómo, salió el tema de Kinley MacGregor y acabé hablando con Lana Fry  sobre su "alter ego", Sherrilyn Kenyon (aunque el alter ego es Kinley, pero bueno xD). Poco después  Neus, del blog Sin libros no soy nada , se unió a la conversación para hablar de la saga Cazadores Oscuros, una de sus favoritas. Y me animé a leer el primer libro de la saga. Ahí va la reseña. ¿De qué va el libro? Julian de Macedonia es un esclavo del mundo antiguo, encerrado en un libro por culpa de una maldición, la cual le obliga a satisfacer sexualmente durante una luna a la mujer que lo convoque. Grace es una sexóloga que ha tenido malas experiencias con el sexo y cuya amiga, Selena, considera que necesita un meneo, así que, creyéndolo o sin creerlo, acaban convocando a Julian entre vino y pizza. ¡Y ya la tenemos montada! Hablando del libro...  Bueno, sí, he vuelto a leer romántica adulta. Lo tenía ya dejado por imposible, porque ningún libro me ha gustad

Conversemos.

Estoy leyendo un libro muy recomendable para padres o para todas aquellas personas que tengan que educar a niños y adolescentes. Se titula De Platón a Batman , por si os apetece echarle un ojo. Estoy en las primeras páginas, de hecho hoy he acabado la primera parte (de tres que tiene). Esta mañana, mientras leía, he llegado a un tema que me ha parecido fundamental. Dice el autor que en las familias no se habla, y yo creo que es verdad. Bueno, hablar sí se habla. Lo que no hacemos es conversar. Hablamos por llenar el vacío con palabras, por miedo al silencio, porque algo hay que hacer. Pero ese "hablar" dista mucho de conectarnos con nuestros familiares. Y no tengo claro que no pase algo parecido entre amigos, supuestamente personas más afines a nosotros, con las que debería ser más sencillo comunicarnos hasta llegar al tuétano de lo que somos. Yo no diría que lo de hablar con los hijos sea un hábito que se ha perdido. Más bien creo que es algo que nunca se ha dado en nuestr

Adivina la canción (III)

Bueno, hoy venía conduciendo y se me ha ocurrido que estaría guay volver a hacer un "Adivina la canción". Para quien no sepa cómo funciona esto, yo escribo un relato inspirado en una canción y vosotros tenéis que adivinar qué canción es. Dejaré pistas al final en letra blanca. Tendréis que seleccionarlas para verlas. Y, por último, un vídeo de Youtube con la solución. Allá vamos. *** Me gusta recoger historias cuando viajo. A veces es difícil que los lugareños hablen pero, cuando se consigue, una se da cuenta de que todo el esfuerzo ha merecido la pena. Ahora mismo recuerdo una leyenda que compartieron conmigo en una playa del norte. Era una tarde desapacible y nadie parecía tener ganas de arriesgarse a que lo cogiese una tormenta. A mí no me importaba, así que allí estaba, sentada en la arena, contemplando el oleaje. Después de un buen rato llegó un hombre y se paró a mi lado, no demasiado cerca, cuidando de no invadir mi espacio. Lo oí murmurar. -Esta tarde la pe