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Mostrando entradas de noviembre, 2017

Libro: Los santos inocentes, de Miguel Delibes.

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Me apetecía leer algo cortito antes de ponerme con un libro más extenso y recordé que tenía pendiente este clásico. Lo empecé y, para lo lento que estoy leyendo, me lo he devorado. Os hablo un poco de él. ¿De qué va el libro? El libro narra escenas cotidianas de varios "empleados" de un cortijo extremeño y sus familiares, así como de la relación de estos con sus señores en los años 60. Uso las comillas en empleados con toda la intención: no son empleados, sino siervos. Hablando del libro... Se trata de una novela breve, de estilo y argumento sencillo, pero estremecedora. Los santos inocentes es sencilla, transparente, y a lo largo de su narrativa se ve la mierda tan grande que ha sido este país y que, en buena medida, sigue siendo. La vida de estas personas sencillas ha sido la vida de mis abuelos y, en parte, la de mi padre.  No os exagero si os digo que he leído la novela con los puños y los dientes apretados y esforzándome porque la bilis no se me desbocase. C

Retratos a tiza (VII): Diversxs.

Mi profesión es complicada, porque se lidia con sensibilidades muy distintas y, ya se sabe, los adolescentes no tienen filtro (generalmente). Pero, además, mis asignaturas suelen prestarse a pisar callos con más frecuencia que otras. Educación para la Ciudadanía y Valores éticos son materias que, pese a contar con una hora lectiva semanal, tocan temas peliagudos y que requieren mucha más profundidad que la que ese tiempo prestado nos permite. Los temas peliagudos salen. Bien porque la materia los requiere, bien porque el alumnado, haciendo relaciones de ideas, va de una cosa a otra y acaba llegando a ellos. Y ojo: con temas peliagudos me refiero a violencia de género y maltrato, inmigración, igualdad de oportunidades, discriminación, homofobia... Nada del otro mundo, a mi modo de ver. Pero cada niño viene de un contexto y bueno... Hay cosas que por muy de justicia que sean, no entran en sus cabezas. El año pasado tuve unas cuantas clases llenas de amargura porque mis chicos y chicas

Hacer amigos.

Hoy me han dicho que necesito hacer amigos. Necesito gente con la que quedar, cuando apetezca, a tomar un café, y a la que contarle mis cosas. Amigos propios con los que sentirme a gusto. Lo intenté. El año pasado, a estas alturas, lo estaba intentando. Miré páginas web, aplicaciones móviles, grupos... Miré muchas cosas. Y no salió bien. No salió bien por varias cosas. La primera es que parece que el fin más popular con el que relacionarse con otras personas es el sexo. Y bueno, ahora mismo no estoy interesada. Hay muchísimas aplicaciones para quedar y acostarse con gente, pero no tantas para quedar y tomarse un café sin más pretensiones. De hecho, algunas de ellas se venden como eso: aplicaciones para conocer gente, en general. No os engañéis, todo el mundo activo allí busca sexo o una relación romántica. Los que no salimos de allí por piernas al tercer intento, si no antes. Y luego está que yo soy es-pe-cia-li-ta. Y utilizo el diminutivo con toda la intención: soy especial en s

Libro: Siempre tuyo, de Daniel Glattauer.

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Hace un par de semanas conseguí este libro en la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión por 3 euritos de nada. De Daniel Glattauer ya he leído 3 títulos: La huella de un beso, Contra el viento del norte y Cada siete olas , y los tres me gustaron muchísimo. Por eso no me lo pensé y me cogí uno. Ya lo he acabado, lo cual, para lo lento que estoy leyendo yo últimamente, es todo un logro. ¿De qué va el libro? Judith está soltera y acostumbrada a su soltería aunque, evidentemente, se siente un poco fuera de lugar en un universo lleno de parejas. Entonces se cruza, por accidente, con Hannes, el cual queda prendado de ella. Hannes es el hombre perfecto, el novio perfecto, el yerno perfecto, el cuñado perfecto, el amigo perfecto. Hannes es perfecto, a secas. Entonces, ¿por qué Judith no está perfectamente feliz? Hablando del libro...  Lo he pasado verdaderamente mal leyendo este libro, os lo prometo. Los otros libros de Glattauer que he leído eran libros románticos maravillos

La Calleja de la Luna.

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En este último año y pico estoy volviendo a escribir poesía con cierta regularidad. Le echo la culpa, entre otras cosas, a Córdoba. Tengo en mis cuadernos bastantes poemas dedicados a esta ciudad, inspirados por sus rincones, por sus costumbres, por su olor... No le hacen justicia, desde luego.  Este poema lo escribí un día que decidí salir a pasear por la judería. Tras recorrer varias callejuelas acabé por sentarme en los escalones de la Mezquita para escribir algo. Es un poema que creo que está sin acabar, pero me parece que así se queda. Que cada quien se imagine el final. Al fin y al cabo, Córdoba me parece una ciudad llena de misterio. Está bien dejar alguno escondido, también en los poemas.  *** Era la noche y te llegaste a la Calleja de la Luna frente a mi reja cantaste como el que verdades jura. Tú, los puños apretados. Yo, las pupilas desnudas. Tus labios tan lejos de mis labios y nuestras almas tan juntas. Era la noche y te llegaste a la Calleja d

Ser profesor también era esto.

Hace unos días tuve una sesión intensiva de reuniones con padres y madres de los alumnos de mi tutoría. Eché 10 horas seguidas en el instituto, que sí, sé que para otras personas es su jornada normal, pero eso no lo convierte en plato de gusto. Me reuní con los padres y madres de 3 de mis niños y salí de allí agotada. Porque ser tutor también supone implicarte de una manera más estrecha con los alumnos y sus familias y ser, hasta cierto punto (y esto lo marca cada uno), partícipe de sus problemas y sus dramas. Por ejemplo, hablé con un padre devastado porque no sabía cómo conseguir que su hijo aprovechase la oportunidad que le brindaba el estudio. Tanto él como su esposa tenían estudios de bachillerato y ambos trabajaban en puestos mal remunerados, un montón de horas, para darle a su hijo la posibilidad de un futuro mejor. Él, sin embargo, no se esforzaba, no aprovechaba la oportunidad. El padre, al borde de las lágrimas, me preguntaba qué podía hacer. Y yo no sabía qué responderle,

15 veces 15

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"A veces recuerdo el cuento del muro lleno de pintadas que te conté cuando nos conocíamos. Lo estaba pensando desde hacía tiempo porque pensé que sería bonito encontrar entre el caos un oasis... Sin saber que iba a ser profético y te iba a encontrar a ti entre el caos." Me dice, sin decirlo, que soy su oasis. Ja-Ja. Qué risa. Puedo ser muchas cosas, pero un oasis... No diría yo que soy un oasis. Tengo poco de mar en calma y mucho de tempestad, de oleaje imprevisible.  Recuerdo las vacaciones en la playa. Nos sentamos juntos en el paseo, con las piernas colgando, mirando al mar. Intentábamos medir las olas que, sin tiento, rompían contra la orilla. Yo no reconocía al mar, a ese Mar Mediterráneo tan familiar, que otras veces había visto tan tranquilo. Pues así soy yo: nunca se sabe cuando va a empezar el temporal. Así que no, querido. De oasis nada... Pero lo cierto es que él ha aprendido a navegar mis olas, a encontrar refugios en mi caos y poner paz en mis inquietudes.

Preparándome para la crisis.

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Hablo de la crisis de los 30. Si hace nada cumplía 20... Bueno, tanto como nada, tampoco, pero no hace tanto, de verdad, os lo prometo. Unos 10 años, apenas. Lo cierto es que la perspectiva de cumplir 30 años me tiene últimamente bastante pensativa. Sé que es un número como otro, pero, si ya de por sí no me gusta cumplir años ni me gusta la fecha de mi cumpleaños, lo de que sean 30, un cambio de decena, buf. Demasiado.  Así que estoy pensando en darle un poco la vuelta a la historia y celebrar mi cumpleaños de verdad, con un buen regalo, algo que me recuerde mis 30 años con cariño. Últimamente he estado pensando bastante, por ejemplo, en una pluma demonstrator: son plumas transparentes en las que se ve el mecanismo y la cantidad de tinta que queda. Por ejemplo, no sé, una Kaweco o una TWSBI, que no las he catado todavía... Nunca me habían llamado la atención, e incluso me parecían feas. Peeerooo... Ambas fotografías están sacadas de la web MiEstilográfica . Gracias a la

Lugares para enamorarse.

Hay lugares tópicos para enamorarse. Por ejemplo, una cafetería, un bar, una fiesta o una boda (aunque yo nunca he ligado en una boda). Para los más tradicionales, están la iglesia o las obras benéficas. También hay quien dice que es normal enamorarse en el trabajo (aunque esa es otra cosa que a mí no me ha pasado) o en clase. También es normal enamorarse en Internet. Pero hace un rato, intentando que se me ocurriese una historia para escribir, he acabado pensando en sitios más raros para enamorarse, menos manidos. Por ejemplo, yo hice que dos personajes se enamorasen en una parada de autobús. Es un buen sitio para conocer a alguien, sobre todo si los autobuses tardan tanto como los que yo suelo coger. Me habría gustado enamorarme alguna vez en una librería. Ya sabéis: estar dando vueltas por ahí y que me llame un libro la atención y que otra persona se ponga a hablar conmigo, o viceversa. No sé, podría ocurrir de otra manera, pero nunca me he enamorado con libros de por medio y me h

Libro: Imposible pero incierto, de R. R. López.

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Hace unas semanas el autor de esta novela contactó conmigo (y lo hizo bien xD) para ofrecerme un ejemplar electrónico de su novela a cambio de una reseña. Ya sabéis que me quejo mucho de no tener tiempo para leer y que prefiero leer cosas por elección y no cargarme de obligaciones. Sin embargo, cuando leí que la novela transcurría en Córdoba no pude resistirme: tengo debilidad por las historias que se desarrollan en escenarios conocidos. La acabé hace un par de noches y vengo a contaros qué tal. ¿De qué va la novela? Felio y un colega vuelven de fiesta una noche. Cuando pasan al lado de la Mezquita escuchan golpes, voces, y, preso de un arrebato etílico, Felio decide encaramarse a un andamio para ver qué ocurre. Desde ese momento acaba metido en un movidón enorme con sectas, secuestros, monstruos lovecraftianos y demás parafernalia, en el que se verá obligado a recorrer algunas de las leyendas urbanas de la ciudad de Córdoba para intentar salvar su pellejo. Y el mundo, que

Minutos.

Sales a mi encuentro aunque solo podremos vernos unos minutos. Ya es de noche y, supongo, preferirías estar cómodo en casa, pero sales a verme. Nos hemos citado a mitad de camino y, desde allí, me acompañarás a la parada del bus. Seguramente, por molestar, ese día, el dichoso autobús que siempre tarda 20 minutos en llegar cuando más prisa llevo, aparezca enseguida. Camino hacia ti sin verte pero, entonces, te encuentro. Apareces entre la gente que va hacia otros brazos, hacia otras promesas. Sonrío como la primera vez (espero que lo veas) porque te apareces ante mí como la primera vez. Hoy, otra vez, te veo, y me parece que el mundo se ralentiza. Me da la sensación de que te acercas a mí con miedo. Tengo mala cara, lo sé. El día ha sido duro y el resfriado no ayuda. Aún así te lanzas a besarme. Yo me resisto aunque me muero de ganas: -¿Quién va a cuidar de mí si te pones enfermo? Me miras, desconfías pero, finalmente, me coges de la cintura y yo me aferro a ti. Apoyo la cabeza

La piel

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La piel también late, vibra, siente y se retuerce. La piel se ahoga en las ganas de ser puente.

La belleza del camino.

Cuando nos dicen que el sentido de un viaje está en el camino y no en el destino podemos pensar que se trata de una frase muy cierta, con mucha sabiduría. En mi caso no creo que sea tan así. Hay caminos que se transitan con vistas a una meta y que, de otra manera, no se recorrerían. Eso no quiere decir, claro, que no tengan encanto y que, una vez abandonados, no puedan echarse de menos. Hablaba, hace unos días, con alguien de este tema, de la magia de recorrer algunos caminos. En concreto, hablábamos de lo genial que es proceso de conquistar a alguien o, al revés, el tiempo en el que intentan conquistarte. Este es un buen ejemplo de camino que no suele iniciarse si no es para llegar a la meta (aunque a veces no se llegue por diversas razones), pero que, al mismo tiempo, puede extrañarse cuando el periplo ha acabado. Es maravilloso tener, finalmente, a ese alguien especial a tu lado, compartir momentos, inquietudes, vivencias... pero esas mariposas en el estómago, ese sobresalto cua

Peli: Sufragistas (2015)

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Hace ya un par de años que se estrenó esta película y, en su momento, no la vi por varias razones y, después, la he ido dejando pasar hasta ovidarme de ella. Sin embargo, el otro día me vino el recuerdo de ella de repente, así que me preparé para verla un domingo cualquiera tapada con la mantita. Y eso ocurrió el domingo pasado. Sufragistas narra la historia de un grupo de mujeres inglesas que, a principios del siglo XX, lucharon para conseguir el derecho a voto de las mujeres. Aunque el movimiento sufragista ya tenía historia en Reino Unido, en esta época se habían adoptado vías menos pacíficas para hacerse oír, ya que las mujeres habían sido ninguneadas e ignoradas durante mucho tiempo en sus demandas. Sufragistas es una película muy cruda y dura, o al menos a mí me lo pareció, en la que se plasman los sacrificios de un movimiento que opta por la desobediencia civil. Me llamó la atención cómo, al salir de su primera estancia en prisión por la causa, las sufragistas entregan

De la mano.

La primera vez que las vi juntas iban cogidas de la mano. Parecían agitadas. Quizá fuese porque llegaban tarde a clase o quizá fuese por algo totalmente diferente. Intuyo que se les habían pasado los minutos que precedían a la jornada lectiva más rápido de lo esperado. Las reprendí con media sonrisa: "¡Vamos, que os van a poner un negativo por llegar tarde!". Sonrieron: ya son mayores para negativos, y lo saben. Aceleraron el paso al entrar en el pasillo y desaparecieron de mi vista, pero pude sentir en mi corazón la onda expansiva de su despedida. Caminé de vuelta a la sala de profesores sonriendo, contagiada por la alegría que desprendían sus miradas, por el amor que se adivinaba en sus gestos: un amor recién estrenado, un amor de esos que nos engrandece y nos hace sentir invencibles. Un amor liberador, creo. Con el último timbre me apresuré, igual que todos los alumnos, hacia la salida, pero, por desgracia, a mí siempre me acaba reteniendo alguna responsabilidad. En es

Peli: La piel fría (2017)

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Hace unos días os hablé de La pell freda , la última novela que he leído. Os comentaba que había empezado a leerla porque se estrenaba la película y quería comparar. Pues bien, el martes pasado aproveché la víspera de festivo para ir al cine y verla. Y como hubo quien me propuso hacer una comparación, aquí está.  Voy a ser breve: la película me pareció entretenida, se deja ver, pero como adaptación es bastante mediocre. Puede que visualmente cumpla su función, incluso en algunos puntos del argumento, pero el espíritu de la novela no está en la película, o eso creo yo. Mi opinión sobre ella es bastante negativa, no sé hasta qué punto es porque había leído la novela antes. No sé que habría pensado de verla sin prejuicios ni expectativas. Lo cierto es que no he encontrado en la película los puntos fuertes de la novela, esa reflexión antropológica que os señalaba. En la película el argumento está desdibujado, los personajes suavizados, la trama, edulcorada. Se pierde, en general,

Profesores normales.

Hace unos días vi este tuit: Reivindico la normalidad a la hora de explicar lo que los profesores hacemos, que no tiene por qué ser espectacular, asombroso o mediático. — Alberto Royo (@profesoratticus) 24 de octubre de 2017 Y no pude más que aplaudirlo. Últimamente, para ensalzar la labor de los docentes, lo que se hace es destacar figuras dentro de la profesión con un perfil muy determinado: profesores especiales, súper creativos, profesores youtubers, profesores hombre/mujer-orquesta. Profesores especiales, estrellas de nieve. Con esos profesores las clases nunca son aburridas y los niños y niñas aprenden sin darse cuenta, pasándoselo bomba. Así son los profesores excelentes, nos dicen. Y, con ello, nos muestran el camino. Así es como hay que trabajar. Pero yo soy profesora, no show-woman .  Yo intento que a mis alumnos les interese lo que tengo que contarles, intento mantener su atención, intento que se impliquen. Pero cada día no puede ser una fiesta, una expectativa co

Peli: Thor. Ragnarok (2017)

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Bueno, pues después de una sequía de cine bastante pronunciada, el fin de semana pasado pude ir a ver Thor: Ragnarok , además, bien pegadita a su estreno, que fui el sábado por la mañana. Y nada, voy a contaros qué tal (chiquines y chiquinas xD) Yo no sabía qué esperar, porque, si os soy sincera, ni siquiera había visto el tráiler. Últimamente estoy un poco de vuelta de todo en estos temas y en otros. Así que me dejé sorprender. Y lo cierto es que me sorprendió. Visitas las dos películas anteriores, cuando esta comienza, la verdad es que no sabes muy bien qué estás viendo, porque el tono es totalmente distinto: este Thor no es el Thor al que estamos acostumbrados. Si el Thor de las primeras películas era un muermo con un comportamiento más alienígena del que cabría esperar, este Thor está menos encorsetado, más abierto a chascarrillos: es más normal. Cabría debatir si Marvel no está intentando convertir a todos los protagonistas en copias más o menos fieles de Tony Stark, pero bu