A través de las ondas.

Hoy me he levantado creativa y, a pesar de que el mundo se ha empeñado en ponérmelo un poco difícil, estoy dispuesta a tener un domingo relativamente bueno. Anoche Letraherido me recordó que me quedaba un relato por escribir del reto que inicié hace ya algún tiempo y era, precisamente, el suyo.

Allá voy. Me propuso que escribiese algo inspirado en esta canción de Miguel Ríos. Vamos a ver qué sale.

***


Candela se disponía a comenzar su ritual insomne. Cada noche se metía en la cama, leía un poco, tuiteaba algo, se despedía del mundo de afuera y cerraba los ojos, esperando que el sueño llegase. Normalmente no ocurría, así que, después de un buen rato dando vueltas, empezaba su segundo ritual para intentar conjurar a Morfeo: cogía los cascos, los conectaba al teléfono móvil y abría la aplicación "Radio FM", esa que ya ni siquiera incorporan muchos teléfonos y que, en los que está, parece ser un adorno, cuando no un estorbo. Tenía unas cuantas emisoras guardadas, pero últimamente siempre escuchaba la misma a estas horas. Esperaba encontrar su voz, ya familiar, susurrándole palabras tranquilizadoras. 

"Maldita sea, anuncios", se dijo. Pero apenas comenzaba a lamentarse escuchó la sintonía del programa y después, a él:

-Buenas noches, queridos radioyentes, ya estamos de vuelta. Si te acabas de incorporar, yo soy Lolo Ramírez y esto es "Mientras los demás duermen", el rincón de los insomnes en las ondas. Bienvenido. Bienvenida. 

Candela siempre pensaba que ese último "bienvenida" era para ella. Lo lógico, evidentemente, era pensar que intentaba ser políticamente correcto y no utilizar el plural masculino neutro, pero a esas horas no podía ni quería ser lógica. Su locutor favorito se refería a ella aunque no sabía ni que existía. 

Esa noche estaban hablando de frustraciones vitales. Una oyente contaba que siempre había querido tocar el violín, pero que nunca había tenido la oportunidad. Otro decía que le habría gustado viajar mucho más y que ahora, por su salud, le era imposible. Ella tenía muchas frustraciones que comentar, su vida entera era una frustración hecha de frustraciones. Pero la más urgente en ese momento era la de no poder decirle a Lolo Ramírez lo que su voz significaba para ella.

Introdujo una mano bajo el pantalón de su pijama y comenzó a acariciar su sexo suavemente. Estaba mojada, muy mojada: tal era el poder que la voz de Lolo tenía sobre ella.  Consiguió llegar al orgasmo poco antes de que empezase la siguiente tanda de anuncios publicitarios. Apagó la radio, se quitó los cascos y se giró en la cama, notándose ya somnolienta. "Algún día tendré que contárselo. Que su voz me acuna todas las noches y que me hace el amor sin saberlo. Algún día". Sostuvo ese pensamiento unos instantes hasta que el sueño, por fin, la venció. A varios kilómetros Lolo Ramírez volvía a la carga, hablando ahora de amores imposibles, sin tener ni idea que él era uno de esos,  sin imaginar siquiera que acababa de hacerle el amor a una mujer. 

Eso debe ser a lo que se refieren cuando hablan de la magia de la radio. 



***


Bueno, espero que os haya gustado, especialmente a Letraherido que fue quien propuso la idea. 

Yo ahora voy a ver si consigo estirar un poco más este domingo y seguir sosteniéndole el pulso a la nostalgia. 

¡Abrazos! 

Comentarios

  1. La nostalgia es algo que uno conoce demasiado bien. No tiene usted edad, pienso yo por lo que tengo leído por estos lares, como para perderse tanto por esos recovecos. Déjese de remembranzas y viva, usted que lo tiene todo aún por delante. Hágale caso a este viejo. Por cierto, una historia interesante. Y picante. Muy buena noche, doña Bettie.

    @nosoyunrobot

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    Respuestas
    1. Si le resulta picante tome agua señor mío

      :))))))

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    2. Tengo un temperamento bastante nostálgico, y no consigo darle la vuelta.

      No creía yo que fuese tan picante el relato, la verdad :P

      Un abrazo a ambos.

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