Buenas noches.



Me quitaré a golpes los zapatos
y, a tirones,
los vaqueros y el jersey.

"¿Me ayudas?", pediré, sin mirarte,
y, por toda contestación,
recibiré un beso en el hombro
mientras te peleas con mi sujetador.

Recitarás, señalándolas con el dedo,
una a  una,
las constelaciones de mi espalda.

"Eso es trampa", me fingiré indignada,
"te las vas inventando sobre la marcha".

Contestarás: "Verdad,
y no por eso son menos reales".

Estrellarás tus labios contra mi nuca
y yo,
que nunca supe ir de farol,
me desharé en gotas de aire
poco después de que cuentes a besos
mis lunares.

"Mi cielo estrellado,
mi galaxia,
mi universo..."

Me harás el amor de nuevo,
jugando a que este cuerpo familiar
es un reto
                   -terreno inexplorado desde ayer.

Tras la rendición,
           -si hay fortuna,
             ambos victoriosos-
nos miraremos,
preñados de esperanzas secretas,
los ojos brillantes,
el alma embriagada,
y guardaremos con celo
nuestros sueños.
             -si los cuentas,
              no se cumplen.

-Buenas noches, amor.
-Hasta mañana.





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