Libro: Las cenizas de Ángela, de Frank McCourt



Hacía mucho tiempo que tenía ganas de leer este libro. La primera vez que lo vi era pequeña, muy pequeña. La madre de una amiga lo tenía en la mesilla del salón. Me llamó la atención el título y pregunté de qué iba. Me contestó que va de niños pobres a los que les pasan muchas cosas malas. Es un resumen escueto, pero no erróneo. Aunque ahora, después de leerlo, sé que va de muchas más cosas.

Como quizá recordéis, ya leí la tercera parte de la autobiografía novelada de Frank McCourt, El profesor, que también me gustó mucho.

¿De qué va el libro?

Pues el libro es la narración de la infancia del autor, Frank McCourt, pero no desde el punto de vista de un adulto, sino de un niño que va creciendo. Se trata de una infancia dura en la que una madre hace lo que puede para salir adelante con una numerosísima familia mientras su marido los abandona sistemáticamente por el alcohol. La mayor parte de la novela transcurre en el Limerick de mediados del siglo XX, una época en la que Irlanda no era precisamente una potencia económica, así que os podéis imaginar el drama.

Hablando del libro...

Cuando leí El profesor recuerdo que me maravilló la historia de cómo McCourt escribió este libro. Cuando se jubiló, simplemente, se puso a escribir. Él cuenta que mientras trabajaba de profesor no podía dedicarse a escribir. Y con su opera prima ganó un Pulitzer y reconocimiento mundial. Vaya manera de estrenarse.

El reconocimiento, creo, es merecido. No dudo de que el señor McCourt tuviese en su haber material más que suficiente para escribir una novela impactante y conmovedora, pero eso no es suficiente: también hace falta el talento de saberlo contar, y él lo tiene.

El hecho de haber elegido la perspectiva del niño Frankie para relatar sus memorias me parece todo un acierto, porque evita el vicio de ese dramatismo impostado y esa pizca de autocompasión que tenemos los adultos cuando hablamos de los momentos duros de nuestra vida. Frankie no lo ve como un drama, simplemente son cosas que le pasan, es así como vive, y eso hace que la lectura sea más fluida y liviana. Evidentemente, eso no quita que nosotros seamos adultos leyendo y veamos el drama y la gravedad de lo que ese niño narrador está contándonos.

Con el paso de las páginas podemos ver cómo cambia la actitud de ciertos personajes, cómo las desgracias les van ocurriendo una tras otra, cómo consiguen sobreponerse de una manera u otra, cómo consiguen malvivir y salir adelante. O no.

Me ha parecido una novela durísima, pero imprescindible, maravillosamente narrada y delicada a pesar de su crudeza.

Totalmente recomendable.

Os dejo un trocito... 

Viene a vernos a Billy Campbell y a mí y nos pide que vayamos a la iglesia de San José, que está a la vuelta de la esquina, a rezar pidiendo que Brenda aguante hasta septiembre.
-¿Qué ganamos nosotros con ir a rezar a la vuelta de la esquina, Mickey?
-Bueno, si Brenda aguanta y a mí me dan la semana de permiso podréis venir al velatorio y habrá jamón, y queso, y bollos, y jerez, y gaseosa, y de todo, y podréis escuchar las canciones y los cuentos toda la noche.
¿Quién podría rechazar eso? Nada como un velatorio para pasar un buen rato. 

En resumen, este libro: me ha encantado. 


Comentarios

  1. ¡Hola!

    Este libro siempre me lo recomienda mi madre pero nunca me animo con él, ahora que he visto tu reseña tendré que replanteármelo jaaj

    ¡besos!

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  2. Las cenizas de Ángela está en mi lista de pendientes desde hace... ya ni sé cuánto tiempo. MI amiga Ana me lo recomienda cada vez que viene de vacaciones y hablamos de libros y en cada una de las veces me pregunta, sorprendida, si aún no lo he leído. Tendré que hacerlo un día de estos.

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